Hace hoy tres años bajo el título de «La Diada» publiqué aquí estas mismas líneas. La estupidez e ignorancia hacen necesario repetirlas.
…
Hoy, 11 de septiembre, los nacionalistas catalanes celebran lo que ellos llaman «Diada Nacional de Catalunya». Según ellos, tal día como hoy del año 1714, los combatientes por la libertad de Cataluña fueron aplastados por el imperialismo español que hasta hoy les sigue oprimiendo.
La realidad, desconocida por muchos, es que ese día la derrota no fue de ninguna resistencia catalana contra España, sino de unos combatientes españoles contra otros combatientes españoles. Desde el año 1705, España libraba su Guerra de Sucesión, una guerra civil entre partidarios de un pretendiente a la Corona de España y otro pretendiente a la Corona de España, entre el Archiduque Carlos de Austria y el Duque Felipe de Anjou, a la postre vencedor y coronado como Felipe V, primer Borbón y desgraciadamente no el último.
El Archiduque Carlos representaba una monarquía tradicional. El Borbón, una liberal. En Cataluña, mayoritariamente, el pueblo apoya a Carlos. Como en tantos y tantos otros lugares de España. La derrota del 11 de septiembre es la derrota de los partidarios del modelo tradicionalista de la casa de Austria frente al modelo centralista y liberal de los Borbones. Nada más. Ni de Cataluña frente a España ni de Cuenca frente a Palencia. Dos modelos, dos candidatos a la Corona de España. Y por la Corona de España, por quien ellos entendían que era el legítimo candidato a esa Corona, lucharon y murieron tantos catalanes el 11 de septiembre de 1714. El acto nacionalista se realiza en la estatua de Rafael Casanova, «Conseller en Cap» aquel 11 de septiembre de 1714, que a las 3 de la tarde de aquella fecha, prácticamente perdida toda esperanza de victoria, llamaba al pueblo de Barcelona a defender sus murallas por última vez con estas palabras:
«Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España.»
Aquel día hubo otro gran protagonista en aquella supuesta batalla por el nacionalismo separatista. Antonio de Villaroel era el jefe militar de la defensa de Barcelona. También llamó al pueblo al combate:
«Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios.»
La que él llamaba «nuestra nación», evidentemente, no era otra que la española. A la que Villaroel y Casanova defendieron, por la que Villaroel y Casanova lucharon. Por España y por el rey que nunca llegó a ser. No por aldeanismos analfabetos que hoy se imponen. Si hubiera que trasladar los ideales de aquellos combatientes a una propuesta política, desde luego no se me ocurriría hacerlo con ERC, con CiU ni con nada parecido. Si acaso, podríamos equipararlo con el Carlismo.
Pero la celebración secesionista de hoy no es sólo cosa de analfabetos separatistas. Todos los «grandes» partidos participan en el aquellarre. Y a varias generaciones de catalanes se les ha inculcado una historia falsa. Una historia de enfrentamiento contra España y de aplastamiento de su supuesta realidad nacional por la fuerza. ¿Y luego nos extrañaremos de que salgan como salen? ¿Tendrán la poca vergüenza de protestar por la actuación de los cachorros de los separatistas aquellos que avalaron, presa de sus complejos, una Constitución y unas sucesivas reformas educativas que han otorgado el poder de programar las mentes de los niños con semejante basura a analfabetos de la historia que suplen con odio su ignorancia? ¿Tendrá algo que decir cualquiera de los ministros de educación de las últimas décadas que permitieron, por interés político, por cobardía o por complejos estúpidos, que cientos de miles de españoles hayan crecido bajo la mentira de que si lo son es por la fuerza de las armas? 11 de septiembre. Los nacionalistas escenifican su aquellarre. El resto de partidos aplaude y sonríe, porque saben que son los verdaderos culpables de que hayamos llegado a esta situación.