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Póntelo otra vez, Sam

El tema es antiguo y recurrente. De vez en vez, puede uno encontrarse con titulares como el que hoy nos trae el Diario de Sevilla: «Las enfermedades de transmisión sexual se disparan desde 2000».

Uno busca en las dos páginas de papel que le dedican al tema, y espera encontrar alguna diferencia a las otras tantas y tantas veces que ha leído lo mismo o parecido. Pero si el titular se repite, el cuerpo se tripite. Se disparan los casos desde el 2000, como entonces se disparaban desde el 90, como entonces desde el 80… y así sucesivamente. La diagnosis, similar. La solución, la misma: Ninguna.

Sí, quien escribe el artículo y la supuesta experta consultada seguro que sí se dan por satisfechas por haber aportado soluciones. Ya saben, condones e información.

La cuestión es que en cualquier otro apartado no ya de la sanidad sino de cualquier aspecto de la vida, si cuando se detecta un problema diseñamos una solución, la hacemos accesible y utilizada por toda la población y en el pasar de las décadas los datos no sólo no se corrigen sino que se disparan… Oiga, ¿ustedes conocen a algún responsable que fuera mantenido en su cargo? ¿No llegaría nadie a la conclusión de que la medida adoptada como solución quizá no lo sea, ya que nada se ha corregido, nada se ha arreglado, y todo sigue a peor?¿Nadie buscaría otra opción? ¿Todos nos conformamos con eso?

¿Cuántos años llevamos «celebrando» que la juventud por fin tiene acceso a una información sexual completa, sin tabúes,  a su disposición cuanto necesiten para que «disfruten del sexo con seguridad»? Pues ahí tienen el resultado. Dice el artículo que la incidencia de las ETS «registra un progresivo aumento entre los jóvenes de 20 a 35 años». Culmina la frase la periodista: «la población con más actividad sexual». Añado yo: La generación que nació, creció y se educó rodeados del póntelo, pónselo y del condón como salvaguarda de todos los males. Del sexo seguro. Del derecho a disfrutar de su sexualidad.

Añado igualmente: La generación a la que nadie educó no ya en la abstinencia o la castidad, sino siquiera en la idea de compromiso y fidelidad. Sólo en la banalización del sexo, en la cosificación del otro, en la búsqueda del disfrute inmediato. En la burla del compromiso.

Ahora vengan a contarnos que esto se arregla con información y condones. Claro, que es que los jóvenes no tienen ni han tenido de eso durante décadas.

Para Ángela, con cariño

Lo siento, pero no puedo con ello. Desde que a nuestro iluminado presidente se le ocurriera decir que la Merkel había fracasado en las elecciones de las que salió como presidente alemana, a nuestra DDTLV es que la teutona señora le parece la encarnación de todas las virtudes políticas, humanas, morales y macroeconómicas. Lo último es que acabo de enterarme de que la lideresa madrileña la pone como ejemplo diciendo que la política nacional iría mejor si se pareciera a la de Merkel.

Es curioso. Porque, a ver, ¿ustedes se imaginan lo que diría la lideresa si, un poner, Zapatero aprovechara la catástrofe del Japón para decir ahora lo contrario de lo que decía hace diez días apelando al miedo para sacar ventaja con vistas a las elecciones locales y regionales que vienen? Y no sólo la lideresa, sino todos los medios aplaudidores de la misma. Vamos, la DDTLV. Se lo querrían comer crudo.

Pues eso exactamente es lo que ha hecho la Merkel con el tema de paralizar -temporalmente, cuando pasen las elecciones hablamos- las centrales nucleares alemanas de determinada antiguedad. Y mira, los mismos que dicen que Zapatero es un sectario por no querer hacer más nucleares y por no prorrogar la vida de una y vienen a afirmar que todos los males que nos asolan se arreglarían de repente con media docena de ellas, tienen como modelo a la que de golpe paraliza siete.

No, no quiero defender que se mantengan las centrales, ojo. Ni tampoco lo contrario. Relativo a eso tengo claro que el problema no es tanto el origen de la energía como su desmesurado consumo. Séneka lo expresa mucho mejor en su entrada «El tsunami capitalista» que no deben perderse.

En esta entrada tan sólo pongo de manifiesto lo que me toca las narices que determinados políticos y por añadidura determinados medios tengan como tótem intocable a determinados personajes pase lo que pase.

Así que si ellos no le van a llamar demagoga electoralista a esta trepa, yo sí.

Y ya puestos, le llamaré más cosas, puesto que lo es: No me gusta nada esta trepa, al parecer ex confidente de la Stasi y por tanto posiblemente cómplice de algunos de los crímenes de la policía estalinista de la ex RDA, y no puedo desearle nada bueno a la responsable de una represión infame contra la libertad de educación como la que se está produciendo a día de hoy en la muy avanzada, democrática y liberal Alemania que ya lleva encarcelados a decenas de padres por el gran delito de oponerse a la perversión sexual de sus hijos por parte del estado alemán.

Si esta tipa es la líder de la Europa libre, ya saben por dónde pueden meterse a su Europa libre. Y si esta tipa es el modelo de la DDTLV, pues por ahí también a la DDTLV, con su lideresa al frente.

Busque las diferencias

Les propongo un ejercicio de agudeza visual extrema. A ver si pueden encontrar las muy sutiles diferencias entre estas dos noticias:

1.- La Junta respalda al centro que dejó sin título a dos alumnas por no cursar Educación para la Ciudadanía.

2.- Educación obliga a los Salesianos a titular a dos alumnos con suspensos.

A ver, comprendo que tengo muy mala leche, porque les he puesto nada más que los titulares y además del mismo medio, con lo que prácticamente no se aprecian divergencias. Así que les explico someramente:

En el primer caso se trata de dos alumnas que obtuvieron buenas calificaciones en todas las asignaturas de la ESO en el Instituto Público de Las Cabezas de San Juan (Sevilla) pero que no acudieron a clases de Educación para la Ciudadanía, por lo que el equipo directivo del centro dictaminó que no estaban preparadas para obtener el título de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), los padres recurrieron y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, ratifica la decisión del Insti y por tanto las chicas deben repetir curso.

En el segundo, se trata de dos alumnos que habían suspendido uno de ellos Historia y Física y Química, y Matemáticas tanto de tercero como de cuarto el otro. El equipo directivo del centro dictaminó que los alumnos no estaban en condiciones de obtener el título de ESO, los padres recurrieron y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía enmienda la decisión del colegio y los chicos han podido matricularse, en marzo, en Bachillerato.

¿Han visto ya las diferencias? Sí, siguen siendo muy sutiles, ¿verdad? Venga, les daré otro empujoncito:

En el Instituto de Las Cabezas que se carga a las chicas por no ir a EpC, antes de que el equipo directivo del IES de Las Cabezas diga que no pasan la ESO, el equipo docente dice que sí pueden pasar. Sólo se opone el departamento de… ¡Inglés! Pero aún así se las cargan. Y cuando los padres recurren, la Comisión Técnica Provincial de Reclamaciones pide al instituto que les permitan graduarse… a lo que la Consejería se opone y se las carga. Y después de cargárselas, el consejero Francisco Álvarez de la Chica (anoten el nombre y quédense con la cara, yo lo haría por si me lo cruzo por la calle) saca pecho y dice, el cachondo, que los centros que hagan cumplir tan ejemplarmente la ley deben tener siempre el apoyo del consejero.

El mismo consejero que firma que se cambie una nota de Historia de un 2 a un 5 y que ordena al equipo de los Salesianos que se reúnan y rectifiquen el cate del segundo caso, en el que además, toma maroma, viva Sevilla y olé, vámonos que nos vamos, los padres anuncian que irán por la vía penal contra el colegio mientras el cabrón del consejero se relame del gusto de tocarle las narices a un colegio concertado al que, y esto es suposición mía pero no me la quitará nadie, seguramente haya amenazado, en el estilo típico de la Junta, con tocar el concierto o retenerle los pagos si no pasa por el aro.

Bien, ya llevamos un rato y es posible que hayan intuido alguna diferencia, ¿verdad?

Pues ahora viene la pregunta subsiguiente: ¿Cuál es el error? No se preocupen, yo mismo les contesto, y gratis, esperando que el consejero y sus comisarios pasen por aquí, me lean, tomen nota de mi nombre, busquen mi historial y vayan haciéndose el cuerpo para cuando les toque a mis hijos. El error, decía, es el de los padres del primer caso por recurrir -con toda la buena fe e intención del mundo- por la vía legal o administrativa, en lugar de por la única que estos tipos entienden y por la que yo, llegado el caso, recurriré sin duda ninguna: El del «No nos haremos daño ¿verdad?» mientras se agarra por los huevos, bien fuerte, al comisario, inspector, delegado o consejero que se ponga por medio.

No lo duden. Así hay que tratar a esta gente. Duro y a la cabeza.

Ojo, no se equivoquen: cuando sean del otro partido, igual ¿eh? No jodamos, que Arenas se ha hartado de decir que mantendrá EpC, aunque la adapte a sus gustos. Duro y a la cabeza.

Lleno, por favor

Decía en la entrada anterior que iba en el coche, ya oscuro, mientras oía a la Pajín y pensaba todas esas cosas tan bonitas que yo pienso sobre esa chusma. Mis pensamientos sobre el tema terminaron cuando llegué a la gasolinera. Una de esas en las que además de atracarnos con el precio de la gasolina, encima nos obligan a hacer nosotros el trabajo que hace no tanto estaba incluido en el precio. Pero bueno, de eso ya hablé en su día.

El caso es que en el surtidor de mi derecha, una mujer joven llenaba su depósito de gasolina de 95 octanos. Por simple inercia la observé a ella y a su coche, y pude ver que en el asiento del acompañante, otra persona esperaba repanchingada plácidamente. No la veía bien, pero me pareció que era el maromo correspondiente. Me quedé mirando hasta que pude confirmar que sí, que era un hombre.

A uno, que mantiene esa machista y retrógrada costumbre de ceder el paso o el asiento a las damas (como hacía por ejemplo Kikas antes de que le hicieran dejarlo), y de encargarme yo de según qué tareas, le siguen chocando no tanto el que ella reposte, sino que él no haga siquiera por acompañarla.

Ella terminó, fue a la caja, pagó, volvió, abrió el coche para montarse, y entonces pude escuchar como él, todavía repanchingado, le decía con voz y entonación cualquier cosa menos cariñosa «illa, pon música ¿no?», ignoro si mientras se aliviaba el picor de alguna zona corporal fuera de mi campo de vista.

Pensé entonces en escribir algo sobre esto, sobre la pérdida de según qué costumbres. Y empecé a pensar en cómo enfocarlo. Cuando no estoy muy seguro de qué decir, pensar o escribir sobre un tema, suelo imaginarme discutiendo con alguien que mantuviera una postura contraria a la mía. Y la verdad es que llegamos a momentos muy tirantes en la discusión.

Yo planteaba como algo normal lo que yo entiendo por caballerosidad, que intenta evitar algunas tareas a una mujer, el cederle el paso, o el asiento… Pero no porque piense que ella no puede repostar, o porque piense que no tiene fuerza suficiente para cambiar el bidón de agua, sino por simple cortesía. Y mi imaginario contrario me increpaba duramente, insistiendo en los tópicos que suelo encontrar en quien reniega de esos detalles. «Tú lo que pasa es que eres un cerdo machista, que crees que una mujer no es capaz ni de enchufar una manguera y apretar el gatillo para llenar un depósito. Eso es lo que eres, por más que intentes pasar por otra cosa». Y pensaba en que si alguien se tomaba a mal una entrada mía en ese sentido, pues oye, no podía tener razón, y que le fueran dando, por sectario, y tal.

Prácticamente me daba por vencedor de la «discusión» y salía ya de pagar la clavada que acababa de sufrir por llenar el depósito pensando ya en qué casos concretos escribir de ejemplos y cómo contraponerlos con las estupideces de las coñistas y demás. Conforme salgo de la tienda y me encamino hacia el coche, veo que en el surtidor de antes hay ya otro coche, un Ford Fiesta gris, y que vuelve a ser una mujer, ahora una chica más joven y esta vez sin nadie en el coche, la que está repostando. Noto algo raro en su coche que me hace fijarme. Sus botas aparecen brillantes, mojadas, pero no me parece que sea por la lluvia que cae y de la que nos proteje la visera azul, roja y naranja. La chica fija su vista en los números del surtidor, y de repente lo veo, ahora sí, con claridad: Una cantidad considerable de combustible sale despedida del depósito y cae al suelo mientras suena el característico «clac» de la manguera cuando corta el chorro. La chica sigue mirando los números, pone cara de extrañeza al verlos pararse, suelta el gatillo y lo vuelve a apretar con fuerza. Por tercera vez, que yo haya visto, un chorro de gasolina salta del depósito cayéndole ahora en las botas. Por fin se da cuenta, y tras dar un saltito atrás se queda unos segundos con cara de quien no entiende nada, mirando alternativamente a sus pies, al depósito rebosante y a la manguera cabrona que ha sacado de golpe de su coche.

Mi primer impulso de avisarle a voces se reprime, ya que es evidente que ha reaccionado, y dudo si acercarme a ofrecerle mi ayuda en algo. Entonces, la voz que hace unos instantes discutía conmigo y me llamaba cerdo machista, ahora suavona y apagada, me susurra: «Colega, tú no le dices nada porque va a ser peor, yo me callo, y dejamos correr el tema… ¿vale?».

Igual da

Fue ayer, día oficialmente marcado como «De la Mujer» y celebrado con sonora pompa por la oficialidad. Pensé al principio del día dedicar una entrada a la celebración, con matices evidentes que diferencian lo que para mí debe ser un día dedicado a la mujer y lo que oficialmente dicen que es. Pero lo fui dejando pasar y se me escapó el día.

Ya había oscurecido, y yendo el en coche oía los resúmenes del día y la intervención espesa y redicha, como siempre, del Presidente, o la boba y hueca de la ministra del ramo (o la rama), Doña Leire. Oírle expresar, con tono triunfal, que van «a conseguir la paridad total en las empresas» me produjo la misma risa triste de siempre. El mismo pensamiento de siempre.

Imaginé a mi hermana, recibiendo una visita de los comisarios de paridad que le exigían que despidiera a dos trabajadoras, ya que en la empresa trabajan cuatro mujeres y ningún hombre. A la puta calle dos de ellas, y dos maromos p’acá. Imaginé la farmacia de Espartinas, en la que trabajan no menos de 6 u 8 farmacéuticas. Imaginé el hospital en que nacieron mis hijos, en el que el 90% del personal es femenino… ¡A la calle, a la calle, al menos la mitad de ellas! ¡Porque Leire lo vale!

En fin, conclusiones fáciles y demasiado evidentes, que pensé en venir aquí a plasmar a modo de pedorreta a las proclamas de esta chusma. Pero no. No puedo quedarme contento con eso. Ahí quedan apuntadas, a vuelapluma. Evidentemente son argumentos que no se pueden tomar en serio. No se puede decir que por decreto vamos a conseguir la igualdad. Pero no debemos quedarnos en eso. Son de chiste, sí, pero también son algo mucho más triste.

Sinceramente, que una tipa como la ministra Pajín o la secretaria Aído venga a hablarnos de dignidad de la mujer, del papel de la mujer, del peso de la mujer… ¿Es que nadie puede gritarles a la cara que precisamente son ellas el mayor insulto a la mujer? Ellas y miles como ellas, que son unas tipas ignorantes y sectarias cuyo único mérito presentado en su currículum para detentar sus cargos es su condición de hembra intocable. Cómo pueden pretender dignificar a la mujer si su mensaje real es «aunque sea una inútil y una ignorante, esta es mi entrepierna y nadie ose discutirme». Esas y otras muchas pájaras -feministas se llaman a ellas mismas- que pretenden, porque ellas lo valen, explicar a mujeres como nuestras madres o abuelas que la dignidad de la mujer consiste en su chulería, en su desprecio, en su sectarismo… Esas, esas que nos cuentan que gracias a ellas una mujer en España puede estudiar y trabajar -aunque mi madre sea licenciada y haya trabajado y cotizado hasta los 70 años, oh, y además en tiempos de Franco y sin problema ninguno- gracias a ellas, y nada más que a ellas.

A ellas, que sin saber hacer la O con un canuto se alzan en un púlpito desde el que atacan y etiquetan como «machista» a todo aquel que les critique. Porque ellas, al ser mujeres, no pueden ser criticadas y tienen derecho al púlpito y la poltrona. ¿Acaso no es eso un insulto a tantos millones de mujeres que con su esfuerzo y valía han peleado y alcanzado su posición sin que nadie les regalara nada? ¿Quiénes son estas tipejas para pretender ellas el mérito de otras? Si su único mérito ha sido repetir durante toda su vida que son hembras en la sede del partido. Quizá porque en algún caso la aclaración era necesaria para evitar confusiones, quién sabe.

Esas tipas, que tienen una parte alícuota de responsabilidad en haber engañado, mentido y envilecido a generaciones enteras de mujeres y hombres, relegando a un papel casi vergonzoso a aquellas mujeres que decidieron entregarse a su familia y ensalzando no a quienes reclaman una justísima equiparación de derechos entre personas sin distinción de sexos, sino a espantajos intelectuales que demonizan todo aquello que haga un hombre y divinizan todo lo que haga una mujer. No por su bondad o su maldad, sino por el simple hecho de que si una mujer no interviene es una obra machista y si lo realizado por una mujer está mal hecho, el denunciarlo supone un ataque inadmisible a la dignidad de la chapucera.

¿Cabe imaginar mayor ataque a la dignidad de una mujer que el de exigir que no puedan denunciarse sus errores? Sí, cabe. El movimiento que algunos llaman feminismo y que me niego a denominar de otra manera que «coñismo» (porque yo lo valgo en virtud de mi… eso) llega al extremo de despreciar una de las más maravillosas capacidades de la mujer. Es la propia Simone de Beauvoir, musa del moderno movimiento coñista sesentayochista -y dime a quien admiras y te diré cómo eres- la que declaraba que la maternidad era alienante, un obstáculo, una maldición, que hacía a la mujer «presa de la Especie» y a la que toda mujer debía renunciar por su realización y libertad.

Lo malo es que eso lo pensó ella y no su madre unos años antes.

Así que dicho queda. No quería dejar pasar la ocasión que me brindaba la estupidez y simpleza de nuestras miembras de cuota para, desde el homenaje profundo y sentido a la mujer -que decir mujer trabajadora me parece redundante- porque sí, por su grandeza, por su capacidad de esfuerzo, entrega y sufrimiento.

Todo ello desde dos convencimientos: Primero, que mujeres y hombres no son -afortunadamente- iguales y que quien lo pretenda no es ni feminista ni machista ni mediopensionista, sino un triste y simple imbécil. Y segundo, que si alguien insulta y ataca a la dignidad de las mujeres, es eso que llaman feminismo y que no tiene absolutamente nada que ver con las reivindicaciones por la igualdad de derechos de las trabajadoras o por el derecho al voto, sino con unos evidentes complejos absurdos causados por la no aceptación de su propia -y maravillosa- naturaleza.

Que viene a ser lo mismo que el no aceptar que el sol sale por el este.

Y ya puestos a aprovechar la efeméride, me permito firmar y secundar la entrada del Embajador al respecto, y de paso, enlazar también una puntualización a lo celebrado que hace mi primo J.

El proyecto

Leía la semana pasada sobre los casos de represión por parte del estado alemán a familias que se niegan a que sus hijos acudan a clases de educación sexual que consideran contrarias a sus principios morales. No hablamos de suspender a los niños o señalarles académicamente, sino de que los padres vayan a la cárcel, les quiten la custodia de sus hijos o tengan que exiliarse y pedir asilo político en EE.UU. [1] [2] Curioso sitio al que pedir asilo, ya que en la misma Liberty Land, un padre visitaba la cárcel hace ya unos años por negarse a que a su hijo lo pervirtieran de manera oficial en el colegio [3].

Le daba vueltas al asunto porque quería hablar sobre ello, cuando el viernes noche escuchaba en la programación religiosa de COPE que en la pérfida Albión un tribunal había dictaminado que un matrimonio no podía adoptar hijos por considerar que homosexualidad y heterosexualidad no eran equiparables. Así fue como lo comentaron en COPE, pero la verdad es que el detalle de la noticia es aún más chocante: Se trata de un matrimonio de 62 y 65 años que se ha dedicado durante años a atender a unos 15 niños como «padres sustitutos», es decir, como familia de acogida en casos de desamparo u otros problemas sociales, a los que un trabajador social «preocupado» por su perspectiva sobre las parejas homosexuales denunció a la autoridad democrática competente. El dictamen de la «Comisión de Igualdad y Derechos Humanos» concluye que los niños pudieran resultar «infectados» por las convicciones cristianas de la pareja. [4]

En España, la Ley Orgánica de Educación establece como uno de sus fines el «reconocimiento de la diversidad afectiva-sexual», y la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (la conocida como Ley del Aborto o Ley Aído) establece que el sistema educativo debe contemplar la formación en salud sexual y reproductiva teniendo en cuenta «el reconocimiento y la aceptación de la diversidad sexual». Estos son los argumentos que esgrimen las organizaciones «elegetebé» (que es como se dice ahora asociaciones de maricas y bolleras) para pedir que se prohíba un programa de educación afectivo-sexual que elaboró el arzobispado de Valencia para proponer a los colegios católicos, de manera opcional, no evaluable ni obligatoria. Supongo que el siguiente paso es pedir que se persiga a los redactores o defensores del programa por subversión.

Me vino también a la memoria el caso de una familia sueca, ella de origen indio, que iban a trasladarse a la India. Decidieron que su hijo se escolarizara en casa -en Suecia es teóricamente legal- los pocos meses que le quedaban antes de marcharse. Su mayor error fue comunicar al estado que se iban, como ciudadanos libres que -creían que- eran. Montados ya en el avión, a punto de partir, irrumpió la policía en la cabina, se llevó al niño secuestrado -legalmente, pero secuestrado- con argumentos tales como que el niño evidenciaba falta de atención y cuidado porque tenía dos caries. Eso ocurrió en junio del año 2009. Desde entonces, los padres tienen derecho a ¡UNA HORA DE VISITA CADA CINCO SEMANAS![5][6][7].

Pensaba en todas estas cosas, en todos estos atropellos a las libertades, a la institución de la familia, al derecho a la educación, a la libertad… Y además todo ello ocurrido en las muy libres y democráticas naciones de Suecia, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra…

Y ¿saben en qué pensé? En principio, claro está, viene el cabreo, el asco, el desprecio hacia los atropellos descritos y hacia otros muchos del mismo pelaje que tienen todos ustedes al alcance del ratón, a poco que busquen fuera de la oficialidad informativa al servicio del Ministerio de la Verdad.  Pero después me cabreé incluso más. A mis manos llegó una amable carta de Ignacio Arsuaga, presidente de Hazte Oir, sobrino de Rodrigo Rato, co-autor del libro «Proyecto Zapatero: Crónica de un asalto a la sociedad«… en la que se me preguntaba por mi impresión sobre el libro del que amablemente me remitió un ejemplar que tan sólo he hojeado muy levemente el mismo día que lo recibí. Pensé en Arsuaga y en todos los foros y medios de eso que tan sabiamente ha etiquetado Orisson como DDTLV, y en cómo repiten y reiteran, una y otra vez, que en España hay un proyecto de ingeniería social, capitaneado por el presidente Rodríguez Zapatero.

Por ser esto una verdad a medias, resulta como suele ocurrir la peor de las mentiras. Es cierto y creo que evidente que hay en marcha un proyecto de ingeniería social, y es cierto que Zetapeitor es su cabeza visible en España. Pero no creo ni de lejos que sea el impulsor. Para empezar, porque no le considero con capacidad intelectual suficiente para diseñar, impulsar ni ejecutar un plan tan amplio.

El proyecto de ingeniería social es una realidad no española, no de la izquierda española, no de Zapatero. Como hemos visto, en ese proyecto hay puntas de lanza representativas en la muy democrática Liberty Land. En la muy libre Alemania. En la muy avanzada Suecia. En la muy asentada democracia británica. De ese proyecto forman parte tanto izquierdas como derechas. De ese proyecto aberrante y subversivo, en el sentido estricto de la palabra, forma parte militante y entusiasta todos y cada uno de los partidos políticos al uso tradicional presentes en todas y cada una de las muy libres democracias occidentales.  Ese proyecto de ingeniería social recibe un muy significativo impulso de todos los foros internacionales, garantes de eso que llaman «legalidad internacional». No es Zapatero. No es el PSOE. No es la izquierda española. Es el propio régimen imperante en todo Occidente, con todas sus terminales políticas (PSOE, PP, CDU, Tories, Laboristas, UDF, Socialdemócratas, Democristianos, Republicanos, Demócratas, PSD, SPD, UMF, FPD, RPR, CDC, UDC,… TODOS) empujando con determinación la manivela.

Y la DDTLV, encantada de hacer su trabajo para conseguir que el proyecto cale y se extienda mientras miramos al señuelo.

No pierdan de vista al enemigo. No se dejen despistar.


Qué bonita es la primavera…

…que la sangre altera.

Ya se va notando su llegada en Sevilla y afloran las emociones y los sentimientos. Nos dejamos llevar y en ocasiones incluso nos pasamos de rosca y damos rienda suelta a los impulsos más primarios…

Miren, miren. La foto es del diario El Mundo. Celebración del 28F. El besante es, lo reconocerán, el Presidente de la Junta de Andalucía. El besado, Manuel Pastrana, Secretario General de UGT en Andalucía. Qué bonito es el amor.

Aunque… ahora que lo pienso… ¿será de verdad amor, o esos besos serán quizá lo que Griñán busca con los muchos millones de euros que pone en las manos de la banda de Pastrana? Eso ya lo dejo a su criterio.

La tele nueva

Recuerdo cuando era (más) joven, de soltero, en casa de mis padres, una discusión. Ya había televisiones autonómicas y privadas, y la tele del salón seguía siendo la misma en la que recordaba haber visto el entierro de Franco. En color, pero con sus doce botones para los canales, por supuesto sin mando a distancia, y con sintonizador manual a ruedecilla que había que afinar de vez en cuando.

Yo le insistía a mi padre en que a ver si renovaba ya la tele por una más moderna, con mando a distancia, con sintonizador pll para evitar «ruidos»… Y mi padre siempre, siempre, siempre contestaba con los mismos argumentos. ¡Pero si ésta se ve! ¿Es que en las nuevas salen otras cadenas?.

Aquella postura me desesperaba, y no fue hasta varios años después cuando los fallos del recordado sintonizador de ruedecilla acabaron por vencer la resistencia de mi padre y aceptar -pero porque ya también lo decía mi madre- comprar una tele nueva.

Hará unos diez días, conectándole unos cables del vídeo -sí, sí, del vídeo- a mi padre, me dijo que esa misma tele estaba haciendo algunas cosas raras. Por lo que me describió, deduje que el tubo de imagen está dando sus últimos servicios y le advertí que fuera pensando en una nueva. Abrió mucho los ojos y me contestó, con irónica y fingida sorpresa «¿Más nueva todavía que ésta?»

Recordé entonces mis jóvenes ganas de tener tele nueva en casa y cómo me desesperaba la absoluta indiferencia de mi padre hacia las bondades de los nuevos modelos. Y no pude evitar acordarme de una charla, hace apenas un par de semanas, en la oficina, en la que algunos compañeros hablaban de tal o cual modelo de ultramoderno televisor, y de la necesidad imperiosa de las tropecientas pulgadas por metro cuadrado de salón… En ese momento, alguien me preguntó por las medidas de mi salón y las de mi tele, a lo que yo contesté que los televisores que hay en mi casa son de tubo, que tienen entre 10 y 20 años, y que no tengo ninguna intención de cambiarlos salvo que casquen. Los dos compañeros más jóvenes me insistían en que debía cambiar por una tele LED y mucho más grande, a lo que yo había contestado «Pero si la mía se ve, y salen los mismos canales…»

La dictadura en el cole

Uno de los fijos cada vez que alguien se dedica a criticar el franquismo es aquello de los niños obligados a cantar, brazo en alto, el Cara al sol o similares. Seguro que ustedes también lo han oído, ¿verdad?

Ay que ver, qué oscuro pasado, rancia dictadura, noche de los tiempos, atraso histórico, déficit democrático…

Desde pequeños nos lavaban el cerebro, la represión fascista, inadmisible…

Mis hijas han vuelto hace unas horas del cole. El lunes es eso que por ahí llaman «día de Andalucía» en lugar de «aniversario de la aprobación del puto estatuto», que es una denominación mucho más ajustada a la efeméride. Hoy era el día del «desayuno andaluz» en el cole, que hacen todos los años, dado que ni mañana ni el lunes hay clase (dos mejor que uno). Y rara vez se queda en el inocente -y sabroso, y sano- desayuno andaluz.

Pregunto a la mayor, y me dice que les han llevado a todos al salón de actos y allí se ha cantado el himno de Andalucía.

– ¿Y tú has cantado?

– No. Yo me he quedado callada.

– Muy bien, hija.

La mediana hace ademán de escaquearse.

– ¿Y tú?

– No, yo tampoco he cantado… pero cuando me miraba la seño, movía la boca para disimular.

– ¿Y eso?

– Es que D. y G. dijeron que no querían cantar y la seño les ha reñido.

(Pausa de varios segundos… contar hasta 10… respirar hondo… recordar mi escrito al cole antes del 12 de octubre pidiendo que se celebre la Fiesta Nacional antes que otras cosas…)

– Pues no hay que disimular. Si es que no, es que no. Y la seño puede y debe reñirte por muchas otras cosas… pero ten por seguro que por esa ya se cuidará muy mucho de hacerlo.

El martes enviaré una nota, celebrando lo democrática y libre que es nuestra sociedad y educación, en contraste con la oscura época en que a los pobres e indefensos niños se les obligaba a cantar los himnos del régimen en el colegio.

Y además la entregaré tarareando… aaaañas nevaaaaaadas, bandeeeeeeras al vieeeeentooooo…

23F, 30 años

Se cumplen esta tarde 30 años desde la irrupción del Teniente Coronel Tejero en el Congreso. Casi desde el día siguiente, quien ha convivido conmigo me ha oído decir lo mismo, prácticamente sin variaciones: No era un golpe de la extrema derecha. Era un golpe orquestado desde el propio sistema y cuya cabeza no visible estaba -y sigue estando- coronada.

Prácticamente nadie me ha tomado en serio en estos treinta años. Que la extrema derecha no estaba detrás es evidente: hablamos de 1981 y nadie de los miles y miles de militantes organizados de Fuerza Nueva y Fuerza Joven estaba en el ajo. Ya. Que todo viniera de más arriba puede ser una interpretación, aunque para quien ha oído desde aquel mismo día testimonios al respecto, queda poco lugar a la duda.

Hace poco tiempo ha aparecido en las librerías el libro de Jesús Palacios «23-F, el Rey y su secreto», que todavía no he leído y que parece apuntar en esa misma dirección.

Seguramente en él encontrarán mejores argumentos y mejor contados de lo que yo pudiera decirles. Así que si tienen la oportunidad, ahí lo tienen.

Yo me voy a limitar a dos cosas:

La primera, reiterar mi convencimiento de que Don Antonio Tejero Molina actuó siguiendo las órdenes de quienes le intentaron engañar y utilizar como cabeza de turco y que descubierto el engaño actuó con un grado tal de dignidad absolutamente imposible de entender por aquella chusma que lo aprovechó como monigote en el que descargar sus miedos y rencores. Muchos de esos enanos posiblemente miraban para otro lado años antes cuando Tejero y sus hombres se jugaban el cuello evitando quemas de banderas españolas en los primeros años de eso que llaman Transición, o quizás también aplaudirían su sanción cuando se negó a que los guardias asesinados por ETA fueran enterrados a escondidas, y les rendía los honores que merecían.

La segunda, una simple anécdota: Comentar algo que me empezó a llamar la atención hace muchos años y que parece que a nadie más le extraña. En todos los resúmenes que en estos días verán ustedes, se reproducirá la narración que en directo hacía el periodista Rafael Luis Díaz para la cadena SER. En el primer instante en el que Tejero se dirige hacia la tribuna de oradores, Díaz comenta: «Hay un Teniente Coronel de la Guardia Civil».

Que en pocos segundos, desde la tribuna de prensa, y en un momento de tensión, alguien sea capaz de identificar sin lugar a dudas que en la bocamanga de Tejero hay dos, y sólo dos, estrellas de ocho puntas… Fácil de sorprender que es uno. Hacer la mili en una unidad del Cuartel General de Sevilla y que tras nueve meses algunas veces me costara unos segundos de más distinguir un teniente de un capitán, o un teniente coronel de un coronel al cruzarme con ellos por los pasillos (a menos de dos metros de distancia) igual influye.

23-F. 30 años después, hay quien se pregunta si algún día sabremos la verdad. Muchos dan por buena la versión oficial. Y los más dan por «salvador de la democracia» al Borbón. Pero es que no hay más cera que la que arde. Y así nos luce el pelo.