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Legionarios heridos en Afganistán

Lo he encontrado en el blog «Esto se hunde«, pero les dejo el enlace al original que el autor, el periodista Miguel Temprano (me ha sorprendido mucho, y por supuesto agradablemente), publicó en su blog el 15 de junio:

Los dos Caballeros Legionarios heridos en Afganistán son repatriados a España por la puerta de atrás.

Un pequeño regalo

Hubiera querido dejarte esta mañana, al pie de la cama, un regalo que te hiciera justicia. Una joya, algún capricho… Lo que me hubiera gustado, no puedo permitírmelo. Así que como otras veces, te lo he dejado a deber. En esta ocasión me sabe peor. Una cifra redonda debería celebrarse con un buen regalo.

He buscado y rebuscado qué presentarte como regalo, a la espera del definitivo. Y no he sabido qué dejarte. Y he hecho una lista de las cosas que había a mano. Y que quizá te sirvan.

Por eso al salir de casa te he dejado, ahí a mano, decenas de pañales por poner, cientos de deberes por corregir, miles de preguntas por responder.

Potitos por calentar, catarros que atender, miedos que curar.

Escoceduras por aliviar, alergias que vigilar, preadolescencias que domar.

Caprichos que resistir, peleas que pacificar, discusiones a sufrir.

Situaciones difíciles por superar, momentos duros para compartir, penas que enjugar.

Recuerdos por mantener, vivencias que evocar, valores que transmitir.

Desencuentros que limar, intereses que acercar, gustos que sacrificar.

Sinsabores que llorar, fines de mes que cuadrar, facturas que temer.

Riñas y castigos varios, decepciones y peleas entre la tropa, desplantes de los que duelen…

Noches en blanco velando una cama, llantos nocturnos de desconocido origen, coscorrones parejos a los primeros pasos…

Cristales rotos por manos inexpertas, sustos de urgencias y carreras nocturnas, trastadas que acaban en algún azote…

Dificultades, desvelos, angustias… Desilusiones, enfados, cansancio…

Mira, al final ha salido una lista con muchas cosas. Pero me da no se qué regalártelas. Porque al fin y al cabo, todas son regalos que he recibido yo.

Será cuestión de intentar, por todos los medios, disfrutarlas. A medias, claro.

Feliz cumpleaños.

Hay que cambiar la norma FIFA

Sería bueno insistir ante la FIFA para que de cara a la final se levante la prohibición de lucir publicidad por parte de las Selecciones en el Mundial.

Propongo para el partido ante Holanda que llevemos publicidad.

De Brandy.

Concretamente, Gran Duque de Alba.

Cuánto tonto con teclado…

…y qué pocos virus informáticos.

Digo, por no utilizar aquella reflexión que salía en alguna película y que era digamos algo más dura: «cuánto hijo de puta y qué pocas balas».

Les cuento la historia tal como me llega. Ayer tarde me llama mi amiga I.. Más concretamente, llama a mi mujer, pero como no está en casa, habla conmigo. Me cuenta que está sorprendida.

Resulta que ha subido a yutúf el vídeo de la actuación de fin de curso -Educación Infantil- de su hijo. Y me cuenta que los niños iban vestidos de soldaditos, y las niñas de enfermeras, y hacían una especie de jura de bandera, y un desfile con marchas militares, y luego los niños y las niñas bailaban… Todo ello en un estilo muy «chicas de la cruz roja».

Y que su cuñada le ha llamado porque en pocos minutos le había llegado desde otras personas por tuiter el aviso del vídeo con comentarios de que se había hecho una actuación facha con unos niños. Entre pitos y flautas ayer ni por la tarde ni por la noche me pude sentar a buscar el vídeo de marras. Y esta mañana me encuentro con un correo de I. de ayer a las 20:16 con el enlace al mismo diciendo «la cosa se está poniendo fea, ya vamos por 13.208 reproducciones».

Pincho en el enlace y yutúf me dice que «el usuario ha suprimido este vídeo«.

No me ha dado tiempo a hablar con I., pero en una rápida búsqueda me encuentro con un par de referencias al vídeo. «Estética patriotera»… «cierta desigualdad»… Y más y más comentarios discutiendo sobre lo adecuado o no de vestir a unos niños de uniforme, poner una bandera y actuar al son de unas marchas militares.

Por supuesto, en el camino, pocos se hacen las preguntas principales: ¿Disfrutaron los niños? Como enanos. ¿Disfrutaron los padres? Babearon. ¿Algún niño, alguna familia, hizo algo que no quisiera hacer? Ninguno.

Pues eso, que el totalitarismo giliprogre ha hecho que esta madre, viendo que la actuación de su hijo se colocaba en el centro de discusiones absurdas, en el punto de mira de odios esquizofrénicos y de complejos de inferioridad, opte por sacar lo que no era más que las imágenes de su orgullo como madre, de la ilusión de su hijo y de todos los niños en su actuación de fin de curso del ruedo del más repugnante acomplejamiento barriobajero.

Lo mejor, guárdenme el secreto, es que esa familia, sorprendida y dolida por las absurdas críticas recibidas de patrioteros, de fachas, de nostálgicos… bebió siempre mayoritariamente del pesoismo hispano.

La revolución devora a sus hijos. Una vez más.

Disfruten del paisaje. Esto, ay , es España. Y es diferente.

Una golondrina no hace verano

Se me han pegado las sábanas y salgo a toda prisa. Mientras cojo las llaves y demás oigo mucho revuelo de pájaros por las ventanas de atrás. ¡Me van a despertar al rebaño!

Salgo y me asomo, por curiosidad. En las cuerdas que a modo de vientos de una especie de toldo he puesto durante el fin de semana charlan animadamente no menos de 8 ó 9 golondrinas. Brillantes, preciosas, todas menos una siguen en su puesto cuando me acerco.

Mientas las veo, en mi hombro derecho, como esos angelitos de los dibujos animados, me susurra la vocecita de mi poco exitosa musa lírica: «Si una golondrina no hace verano, aquí vienen en grupo para confirmarnos que sí, que el verano ha llegado al jardín…»

En mi cabeza empieza a componerse un canto bucólico, cortado repentinamente cuando desde el hombro izquierdo, la voz ronca de mi antimusa, del duende de lo mundano y prosaico, me increpa acompañando un par de collejas: «Tontolculo, que son más de las 9 de la mañana y hasta con el niki blanco que llevas hace un calor de cojones, qué pajarraco ni qué leches te hace falta para ver que es verano».

Las golondrinas salen volando. Y yo al coche, que llego tarde.

Joé qué caló.

No es cachondeo

Creo que tiene razón -doblemente- el Embajador. La tiene cuando dice que éste es el camino lógico y la tiene al afirmar que no es más que un primer paso.

Detrás de esta extorsión a Intereconomía podrá venir otro atentado contra cualquiera de nosotros, entendiendo por «nosotros» cualquiera que no esté dispuesto a meterse la lengua en el trasero y aceptar la imposición -que no moda- de lo políticamente correcto. En unos país en el que diariamente se hace befa y mofa de cualquier valor o principio moral, de cualquier sentimiento de apego a la tradición o al espíritu, de cualquier posición que no case con la impuesta por el régimen, y en la que la denuncia de la mofa te hace objetivo de doble insulto, se impone una muy importante sanción a Intereconomía por «utilizar la imagen de los homosexuales«.

Hace muchos años se condenó a Pedro Pacheco por afirmar que «La justicia es un cachondeo». Siempre dije que por disparatada qeu fuera la sanción, Pacheco no tenía razón. Si fuera un cachondeo, tendría gracia.

No la tiene.

El video no expone más que algo evidente: Eso que llaman el orgullo gay no es más que una exposición de los máximos exponentes de la zafiedad. Son repugnantes y es insultante el millonario regalo de dinero público a semejante chusma.

El régimen pretende tapar una boca. Que sigan tapando bocas, porque ninguno la cerremos. Ese es el Estado de Derecho, nuestra Democracia Ejemplar: Un régimen totalitario con piel de cordero. Que nadie que no desee su completo derribo proteste cuando le toque el turno. Porque le tocará.

¿Qué sentencia? ¿Qué estatuto?

No se líen. Ni el pepé, ni el pesoe, ni el peesecé, ni la esquerra, ni la Casas, ni el tribunal, ni el tripartito, ni convergencia…

Ni unos ganan ni otros pierden ni unos tienen la culpa ni leches en vinagre. Sinceramente, me importa un… bledo lo que diga la sentencia o los artículos concretos que se tocan, se cuestionan o se dejan tal cual estaban.

Todo este desaguisado no es más que el desarrollo propio del magnífico estado social y de derecho que dicen que nos dimos a nosotros mismos con la Constitución del 78. Hasta que ese engendro sea derogado desde el preámbulo hasta el último artículo, este Estado no es más que una farsa totalitaria destinada únicamente a que una infame casta dirigente viva de todos nosotros importándoles un carajo lo que dicen representar y se supone que están obligados a salvaguardar.

Mientras no entiendan esto, disfruten del viaje, paguen sus impuestos y sobre todo no se quejen.Y aprendan: El que no quería Estatut, protesta porque lo tocan. El que quería derogarlo entero, feliz porque le cambien dos comas mientras ellos lo copian y aprueban en Valencia y Andalucía, el que tiene que velar por que se respeten unas normas de juego, en pompa y encantado con lo que le venga. Y la máxima autoridad que tiene que sancionarlo, soplando por ahí, y no una vuvuzela.

Si usted es de los que defienden la constitución del 78, tiene usted lo que se merece, y más que le vendrá.

¿Café para todos? ¿Pactos? ¿Voluntad de acuerdo? Ahí tienen el resultado. Lo que me revienta es que los responsables, en lugar de colgar de una farola, se nos presenten, encima, como Padres de la Constitución y de la Patria.

¡Que te pego con el bolso!

¿Han participado ustedes en alguna manifestación, digamos, no afecta al régimen? ¿Algún 12 de octubre con el alcalde clamando porque eso es una semilla de violencia?¿Algún acto contra el aborto delante de un negocio abortista? ¿Cualquier otra manifestación de recuerdo a nuestra historia o de reivindicación de valores no protegidos como debiera por el régimen?

Yo sí. Y en ocasiones incluso he participado en la organización de la misma. La policía nacional nos exigía en todos los casos una identificación puntual de cada encargado de seguridad u organización. No podíamos dar un paso si al inspector de turno no le parecía oportuno en ese momento. Y si venía gente de fuera a buscar follón, los reprimidos siempre acabábamos siendo nosotros.

Ahora imagínense la escena: Están ustedes en una manifestación pidiendo lo que a ustedes les parezca oportuno. Viene un fotógrafo. Varios individuos, con chaleco identificativo de la seguridad interna del acto le rodean, le inmovilizan con una gruesa soga y uno de ellos, además diciendo que es policía nacional, le pega unos pocos de viajes llegando a dislocarle un brazo. ¿Qué hubiera pasado?

Bueno, pues esa previsible lluvia de palos y de duraderas campañas en los medios de supuesta información alertando sobre la intolerable intransigencia demostrada por los carcas de turno, puede evitarse.

Simplemente, en lugar de cinco amigos suyos, padres de familia y honrados trabajadores, los que tienen que pegarle fuerte y flojo al fotógrafo deben ser un puñado de mariconas locas y alguna bollera con sobaco peludo, y verán ustedes como importantes responsables de la política local asisten sin mover un dedo y encima disculpan el incidente porque, hombre, ya se sabe, que cuando se coje una pancarta y se hace una foto esas cosas ocurren normalmente. ¿No me creen? Pues miren:

La imbécil de la Montaño disculpando mientras le suelta un puñado de miles de euros a tan repugnante y chabacano espectáculo, mientras la portavoz del asunto dice que, mariquitas mías, bollos suizos, votad a la Montaño y su gente que nos tienen jartos de pasta.

¿Qué han dicho los medios? ¿Cuántas investigaciones hay en marcha para meterle mano -eso quisiera él- al delincuente que sacó una placa falsa? ¿Qué acciones se van a emprender contra los organizadores, como responsables directos de la actuación de los miembros y miembras del servicio de seguridad interna?

Esto es España, señores. Sigan pagando impuestos, que hay que mantener el chiringuito. Porque como aquí, ya se suele decir, no se vive en ningún sitio. Por suerte para esos otros sitios.

Percepción

Ocurrió hace varias semanas. En la mesa sólo quedaba la misma de siempre, mi hija de 8 años. En la tele, puestas las noticias que yo miraba sin prestar mucha atención esperando a poder recoger la mesa.

No sé ni de qué hablaban, y micro en mano preguntaban su opinión a todo el que pasaba por la calle. Uno de ellos, hombre joven, melenita muy cuidada que constantemente se colocaba correctamente sobre la oreja acompañando el gesto de un pequeño y rápido movimiento de cuello y un todo al hablar digamosssssssssssssssssss un tanto endeblito y pasteloso.

Mi hija lo oye, lo mira unos segundos y conforme termina el postre y se levanta para llevarse su plato, suelta «¡ese es maricón!».

Yo me quedo asombrado porque no es que ese lenguaje no sea normal en ella, es que no es ni de lejos esperable. Ella se da cuenta de que la estoy mirando, molesto y sorprendido, y es evidente que es justo en ese momento cuando entiende que acaba de soltar una palabrota. Y a juzgar por la cara de su padre, de las gordas. Yo no acierto ni a elaborar una reprimenda en condiciones, fuera de lo propio: «¿Qué palabrota es esa? ¿Quién te ha enseñado a decir eso? ¿Así se habla? ¿Eso se dice?»

Ella empieza a llorar asegurándome que no sabía que era una palabrota. Pasa un ratito de cara a la pared. Apenas llegará al minuto. Creo que no me engaña cuando dice que no sabía que esa era una palabrota y le digo que no se dicen tacos y tal y tal. Nos damos un beso y se queda tranquila.

Es muy pequeña para explicarle que no quiero que diga tacos, pero que en cambio me tranquiliza mucho que tal como está el patio, tenga tan clara la percepción del ganado que nos rodea.

No tomarás el nombre de Infante en vano

Me acabo de enterar que en un pleno del Ayuntamiento, aquí en Espartinas, al primer teniente de alcalde, Javier Jiménez, del pepé, se le acusa de pronunciar una frase despectiva hacia Blás Infante. Por situarnos, diré que Javier Jiménez, aparte de ser padre de dos promesas taurinas, es de lo peor que le ha pasado al ayuntamiento espartinero en los últimos siglos y un ejemplo de los tejemanejes que a nivel local perpetra nuestra infame clase política.

Pocas cosas, a nivel político local, me harían más feliz que la salida de este individuo de mi ayuntamiento. Ahora bien, me encuentro con que el partido socialista y el partido andalucista, éste en boca de su mismísima secretaria general, la extremeña pero muy andalucista Pilar González, exigen que Jiménez sea desposeído de su acta inmediatamente. Y no falta tampoco gente en el propio pepé que pide a Arenas que elimine a este sujeto del partido por su «desprecio a los símbolos de Andalucía».

Yo ya he hecho aquí unos pequeños apuntes de lo que pienso de Blás Infante, que merece en lo personal el respeto propio debido a un difunto, que esbozó unas muy sociales y justas reivindicaciones del campesinado andaluz, pero que se dedicó a decir una serie de barbaridades y gilipolleces sobre las que la giliprogresía -de izquierda y derecha- actual sostiene su supuesta condición de padre de la supuesta patria andaluza. Me parece absolutamente impresentable que este señor se me imponga como símbolo de nada, y me lo parece particularmente en mi condición de andaluz, hijo de andaluz, esposo de andaluza y padre de andaluces.

Pero lo que no puedo soportar es esta divinización del dogma políticamente correcto mediante el cual toda esta infame chusma que nos roba diciendo que nos gobierna pueda hacer y decir y decidir sobre lo sagrado, sobre mi libertad como padre, sobre la salud de mis hijas y de mis posibles nietos a mis espaldas, pero condenen como anatema intolerable la simple crítica a sus autootorgados símbolos.

Lo más significativo de todo es que Jiménez ni siquiera insultó a Infante, sino que lo metió en un argumento dialéctico respondiendo a otro concejal. No salió a decir «Infante era un imbécil», porque además Jiménez, como buen giliprogre -de derechas, pero giliprogre- jamás diría eso aunque lo pensara, porque en la giliprogrez entra, como parte sustancial, la cobardía. Pero no se trata de que no se pueda despreciar o calificar de imbécil, que ya tendría lo suyo. Es que no se permite, bajo pena de expulsión eterna del paraíso político público subvencionado, tomar el nombre del imbécil en vano.