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Trailer de montaña rusa

Sigo a 180 pulsaciones, con peticiones en el trabajo de cosas urgentes, para ayer, y opuestas a las que se pidieron ayer para anteayer. Con fecha límite 30 de junio y amenaza de un problemón si no estamos listos. En el fondo, esto es lo que le hace a uno rendir al 200%, aunque atente gravemente a mi salud.

Hoy al menos me encuentro con una grata noticia que me hará más fácil el trabajo mientras tarareo: Posiblemente la mejor banda nacional (y mundial) en activo, los malagueños Airbag, anuncia que por fin en septiembre sale a la venta su nuevo disco «Manual de Montaña Rusa».

Como adelanto, el vídeo de su primer tema, «Trailer«.

Airbag

Llanto

Cumpliéndose lo esperado, los niños lloran y lloran llegada la despedida y la perspectiva de un nuevo camino, distinto, difícil… y con otros acompañantes. Quizá lo no tan esperado es la lágrima que asoma a más de un padre (y más de dos) con la mirada perdida en los pasillos, pronto vacíos.

Mientras tragando saliva miramos la escena y observamos la sucesión de abrazos y los últimos intercambios de teléfonos y direcciones electrónicas entre los que siguen siendo nuestros niños para nosotros aún tan pequeños, mamás jóvenes salen de secretaría, con inocentes mocosos de la manita, que miran pasillos y patios con los ojos muy abiertos mientras oyen «mira, aquí están las clases, y este es el patio donde vas a jugar en los recreos, y…»

Los mocosos escuchan, miran y remiran. Los patios les parecen grandes y las clases muy bonitas, pero desconfían de un sitio del que niños para ellos ya tan mayores salen con semejante sofocón.

Una monja lo observa todo desde el fondo. Y siente la mezcla de la pena por los llantos y la alegría por la nueva generación. No dice nada, porque esta escena es ya parte de su memoria. Y da gracias a Dios por la vida, que sigue su curso.

Dentro de nueve años, esos mocosos, que ya tendrán casi nuestra altura, también llorarán. Y futuros mocosos les mirarán desconfiados.

Gala benéfica

La semana pasada fue muy intensa en lo laboral… y fue sólo el principio. Así que fuerzas superiores me mantienen a mí ocupado y al cuadernillo en blanco.

Quiero aprovechar el parón para dejar aquí una información que me envía mi vecino y sin embargo amigo JAC, que está metido hasta los ojos en un proyecto benéfico a realizar en Sevilla en los próximos días. Repito tal cual la petición que me envía JAC:

Estimados amigos y amigas:

Estamos llevando a cabo un maravilloso proyecto en beneficio de la Asociación Andaluza de Fibrósis Quística (una enfermedades raras, de difícil curación) con la colaboración de un grupo de excelentes músicos, de una pintora andaluza, de la Universidad de Sevilla, de varias firmas comerciales y dos Conservatorios de Música de la capital hispalense.
Os mando, en archivos adjuntos, toda la información explicativa sobre el evento que consistirá en un concierto y una exposición de pintura. Los fondos íntegros irán destinados a dicha asociación.

El concierto se celebrará el jueves 9 de junio a las 20:30h. en el auditorio de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería, y la exposición en el pabellón de Uruguay del 3 al 30 de junio, ambos en Sevilla. Para aquéllos de vosotros que no podáis asistir y queráis colaborar hay una cuenta corriente «fila 0» para contribuir con el importe equivalente a la entrada (10€ público en general, 5€ estudiantes universitarios y estudiantes de conservatorios).

Unicaja 2103 0720 91 0030008268

Los puntos de venta de las entradas están en el cartel informativo. El resto de la información está en los archivos que a continuación os adjunto.

Muchas gracias por vuestro tiempo y vuestra colaboración y os pido que, si a bien lo tenéis, difundáis entre vuestros contactos este evento.

Recibid un cordial saludo,

JAC

Dicho queda. Gracias a los organizadores por su esfuerzo y a quienes puedan distribuir la información por su colaboración.

Información.

Programa.

Y los carteles:

15-M: Sigamos

Me remito a lo dicho por Orisson en su entrada.

Sólo añadir lo que le comentaba a Pcbcarp en la entrada anterior (aquí): Es cierto que la deriva de las asambleas, aprobando según qué propuestas puede desnaturalizar el impulso inicial que llevó a gentes de toda idea, creencia y condición a secundar o al menos simpatizar con el movimiento. Bien, pues no nos quedemos dando nuestra opinión a nuestros amigos cercanos. Soltémosla en la red, y también allí mismo, en los turnos públicos de palabra.

Revuelto de setas

Anoche pasé tres horas en la concentración de Sevilla, en la Plaza de la Encarnación (en las disparatadas setas de Monteseirín). Llevaba un par de días queriendo ir y entre unas cosas y otras no había podido. No pretendo profundizar mucho, ni entrar en análisis exhaustivos sobre la de Sol u otros sitios. Sólo exponer someramente lo que allí encontré.

Entre los asistentes, mayoría absoluta de jóvenes (de ventitantos) pero sin faltar gente de todas las edades, padres con niños, matrimonios mayores, señores mayores… ¿La estética? Pues ni más ni menos que la que se ve por la calle habitualmente. Sí, había «pintas» (melenas con perillas, chicas con el pelo naranja y la nariz como el expositor de una ferretería…) pero también señores con corbata, cuarentones como yo con vaqueros y niki, grupos de ventimuchañeros o treintañeros con pantalón chino y camisa de rayas remangadas… Las escalinatas de las setas abarrotadas, justo a sus pies el centro del acto, la calle Imagen llena de gente que llegaba hasta el otro lado de la plaza.

Me metí en medio de la bulla buscando dónde se oyera bien lo que se decía por megafonía. Un par de grandes bafles trasladaban a toda la zona lo que allí se iba diciendo. Era un «turno de palabra» en el que todo el que quería cogía el micrófono y hablaba, y la gente aplaudía, asentía, callaba o pitaba. Entre los muchos que hablaron en ese rato, de todo. Gente a la que se le notaba que no sabían dónde estaban de pie, referencias brumosas a la maldad del capital y los poderosos… pero también referencias a una clase política que sólo se preocupa de agradar al partido para hacer carrera en lugar de preocuparse de los ciudadanos, llamamientos al respeto a los agentes de policía que están allí «porque les mandan y son personas como nosotros»…

Algunos extractos:

Un argentino que llevaba 20 años en España pidió la palabra para pedir que no nos olvidáramos «de dos de los mayores culpables de la situación laboral en España, que llevan décadas aprovechándose de los trabajadores, engañándonos y robando, que son Comisiones Obreras y la UGT, Toxo y Méndez, que roban a los trabajadores y viven del cuento». La plaza ruge aplaudiendo al orador e increpando a los grandes sindicatos.

Otro, un tanto brumoso, empieza a hablar de la verdadera soberanía que está en la calle y en los intereses diarios del pueblo, y se refiere a «cuando un gobernante, aunque diga que es legítimo por las urnas, no atiende a esa verdadera soberanía, se convierte en un tirano. Y a los tiranos se les depone. Hay que deponer al tirano de la Moncloa». La plaza canta «Queremos ver, queremos ver, a Zapatero en la cola del Inem».

Un joven habla de la ilusión que le produce mirar a la gente que hay en la plaza y ver a gente tan distinta. «Aquí hay gente de todos los orígenes y de todas las ideologías. No lo olvidéis, porque eso es lo mejor que tenemos. Es nuestra grandeza. De izquierdas, de derechas, de unos y de otros. No os dejéis engañar y encasillar. La guerra hace muchos años que acabó. No hay que quedarse en las trincheras, sino salir y conquistar el futuro todos juntos».

Otro empieza a hablar y por su tono intuyo que va a ser quien meta la pata. Mucha bruma insustancial y al final dice haber conocido el apoyo que desde Cuba manda «Fidel» y termina con un ¡Viva la República». Y digo que termina porque la plaza le pita y abuchea y le quitan el micrófono al grito de «Sin banderas, sin banderas». Una vez vista la reacción, recoge sus bártulos y se marcha tranquilamente.

¿Es esto una manipulación de Rubalcaba? ¿Seguro? Yo creo que Alfredo cuidaría más los detalles.

Se corta la megafonía. Pasan treinta segundos y vuelve. Explican: La luz la cogen de un comercio que se lo permite pero a esa hora tienen que cerrar y entonces enchufan el cable en casa de un vecino. Del punto de información empiezan a pasar bricks de agua para los asistentes, que van de mano a mano para quien los quiera. Unos minutos después suenan los altavoces: «Hola, soy fulanito (no recuerdo el nombre), del comité de limpieza. Por favor, igual que hemos pasado el agua p’atrás, por favor, id pasándolos vacíos p’alante y así es más sencillo recoger, que esto se tiene que quedar limpio».

Se termina el turno «libre» de palabra y se pregunta a los asistentes si se acampa esa noche y si se siguen convocando concentraciones sábado y domingo. Se cede primero la palabra a los del «comité jurídico», que exponen lo que dice la ley, las posibles consecuencias, las notas que salen del Ministerio del Interior, lo que se ha acordado en Sol… Y se cede la palabra a quien quiera intervenir, para tratar este asunto. Todos los que hablan animan a seguir. Se vota. ¿A favor de quedarnos el fin de semana? Levantamos las manos casi todos. ¿Votos en contra? Un joven levanta la mano. Es el único. Un par de jóvenes le protestan y el que tiene el micro pide silencio y respeto y le ofrece la palabra. El joven dice que por estrategia no se quedaría,que lo importante es seguir el lunes, el martes, el miércoles… La plaza corea «esto empieza el lunes, esto empieza el lunes», se avisa que esto no es por las elecciones, que hay que demostrar la voluntad de cambio real después del domingo… y se insiste en que el fin de semana se sigue ah, aunque retirando toda pancarta que cite a algún partido o hable del voto y haciendo una nueva y grande que ponga «estamos reflexionando».

Decido irme a la parte alta de la plaza, en donde se instala el campamento y «reside» la organización. Paseo por ella mientras hablo con mi mujer y le voy contando lo que veo. Un chaval que no llegará a los dieciocho con vaqueros de marca y un niki con una visible bandera de España charla con una chica de su edad y similar estética. A su lado una joven de pelo de colores y flequillo a hachazos comparte un pitillo (de tabaco) con un barbudo tatuado y agujereado. En la parte alta de las escaleras, gente y más gente de toda clase y condición.

En las mesas de la organización dónde se recogen firmas de apoyo al manifiesto la gente te atiende con toda amabilidad. Hay unas urnas de cartón para que cada cual deposite allí su propuesta. Una para propuestas de participación pública, otra para propuestas de política de empleo… cinco o seis en las que se avisa que toda propuesta recibida será «tuiteada«. Es gente joven. Hay rastas, hay pendientes. Hay trabajo, amabilidad y ayuda a quien demanda cualquier cosa. Alrededor de una de las bases de las setas están distribuidos los comités. Un hombre de edad indeterminada pasa por allí. Rastas, barba, pantalones de cuadros colgones. La ropa está sucia. Lleva una pegatina en el pecho: «Pako. Limpieza». En una mano una escoba y en otra un recogedor, va por toda la plaza barriendo y recogiendo el mínimo papel o colilla. Hay unos columpios en la plaza. En el castillete del que sale el tobogán hay una cartulina grande en la que se pide «Por favor, no fumar cerca del parque infantil». Un grupo de jóvenes saca de una bolsa varias botellas y se las reparten, bebiendo con ganas. Es agua mineral.

Hay quien dice que eso es una comuna jipi, un ensayo de comunismo -yo corrijo y digo anarquismo- asambleario. Quizá. Pero yo por lo menos me encuentro a gusto. Esto es lo que hay aquí. O lo que había el viernes por lo menos. Y no me lo ha contado nadie. Lo he visto.

Hoy no he podido volver. Quizá mañana tampoco. Y bien que lo siento. El lunes hay que volver. Y mantenerlo.

Hay mucha gente distinta, muchas ideas distintas, muchas visiones distintas. No es nuestra revolución. Tampoco será la suya. Quizá al menos pueda ser la que tumbe a la de los grandes partidos. No lo sería todo. Pero no sería poco.

Reflexionando el voto

Pensaba dejar esta entrada para mañana, jornada de reflexión, por aquello de tocar las narices a tan estúpida ley. Pero he pensado que escribiéndolo hoy es más fácil que a alguno de mis queridos lectores (los 4 de siempre y el bot de google, que no tiene más remedio) le pudiera servir, ya que si durante el fin de semana no viene… pues eso. El caso es que, como digo siempre, lo que pongo aquí son reflexiones personales, motivaciones propias y si alguien las quiere escuchar, humildes consejos.

Siempre había pensado que las elecciones municipales en los pueblos eran el último reducto de algo parecido a la democracia en España. La elección de un vecino al que conocemos y que actuará según su criterio sobre lo local, lo cercano, lo inmediato, y con el contacto directo de sus vecinos y electores. Cuando me mudé al pueblo en el que vivo, no tuve ningún problema en votar a su anterior alcaldesa. Una mujer que empezaba el día a las 7 de la mañana recorriéndose el pueblo revisando qué calle estaba sucia, qué farola fundida, qué acera levantada, qué calle bacheada, para dar las instrucciones necesarias para corregirlo. Una mujer que no cobraba sueldo por servir a su pueblo y que tenía su puerta siempre abierta a los vecinos. Yo votaba a la persona, y la hubiera votado bajo esa u otra papeleta. Pero mi alcaldesa murió y todo aquello acabó, se instauró la especulación urbanística -ya se había iniciado con ella, es cierto, pero a niveles infinitamente menores-, el pelotazo, el sectarismo y la profesionalización de lo que debiera ser un servicio. La zona en la que vivo, además, ha pasado a albergar a miles de familias que duermen en estos pueblos pero que se sienten capitalinos, pues en Sevilla capital viven, trabajan, salen… y que por lo tanto no sienten esa cercanía a los candidatos, no los conocen y en muchos casos tampoco les importan. Así que no he vuelto a votar a ese ni a ningún otro partido en elecciones locales.

Me desvío: Mis recomendaciones de cara a las elecciones son, en principio, votar únicamente a partidos que respeten los principios no negociables (vida, educación, familia y bien común). Vamos, lo de siempre. Muy personalmente y con muchas cautelas entiendo en pueblos pequeños el llegar a votar a una lista de otros partidos por tener la seguridad de que el candidato sí servirá al bien común en la medida en que sus atribuciones -votamos alcalde, nada más- se lo permitan. Es lo que yo hacía al mudarme aquí y es lo que -insisto, con muchas precauciones- recomiendo hacer.

Eso en cuanto a elecciones municipales. En Andalucía no tocan autonómicas, pero me da igual, porque si yo quiero la desaparición de las autonomías, lo primero que hago es no participar en su farsa. Abstención.

En el resto de los casos (no presencia de candidaturas de partidos votables, no existencia de candidatos votables en partidos no votables, etc.), quedan tres opciones: La abstención, el voto blanco y el voto nulo. La abstención me parece una de las opciones más dignas siempre que sea una abstención activa y militante, es decir, dejando claro que no votamos porque no tragamos con el chiringuito, no porque estemos mejor en el sofá viendo la tele. Entiendo que esto es difícil, y que no se puede cuantificar cuánta abstención es activa y cuánta pasiva. El voto en blanco no me gusta, porque sus defensores dicen que simboliza algo así como «yo votaría, pero es que las opciones posibles no me terminan de representar y por lo tanto me pongo de perfil». Si el voto en blanco fuera computable, me parecería la mejor opción. Es decir, si teniendo un 10% de votos en blanco, se dejaran el 10% de los escaños vacíos. Sospecho que en ese caso sería una de las opciones mayoritarias. Pero no lo es. Y la tercera opción es el voto nulo. Me decanté por esa opción en las anteriores elecciones locales, precisamente para expresar mi asqueo por la deriva tomada por quienes se suponía eran herederos de mi anterior alcaldesa. Cogí la lista de su partido y señalé a los golfos y sinvergüenzas y expuse por qué no les podía votar. Esa papeleta debe ser vista por los miembros de la mesa y remitida a la Junta Electoral para ser verificada como nula. Lo cual me daba el gustazo de saber que por lo menos unos cuantos -entre ellos militantes del partido en cuestión- tenían que leerme y darse por enterados.

Mi opción para este domingo es la misma: El voto nulo, expresando en él el porqué. Pensaba incluso diseñarme una papeleta que poner aquí a disposición del personal para quien la quisiera utilizar, pero no he tenido tiempo. Con lo que he buscado en la red y he encontrado una que puede valer y que aquí dejo para quien quiera imprimirla, meterla en el sobre y en la urna milagrosa que lo cura todo.

Lo dicho, aquí dejo algunas reflexiones. También les recomiendo vivamente leer las reflexiones que Javier Garisoain, en nombre de la CTC que preside, refleja en su blog. Ahora ustedes hagan lo que crean conveniente.

Concentraciones

Quería hablar de las concentraciones de Puerta del Sol de Madrid, Plaza de la Encarnación de Sevilla y demás. Pero no tengo tiempo y no quiero dejar pasar la oportunidad de poner otros puntos de vista al alcance de algunos conocidos que están cayendo en la conclusión facilona (y cobarde) de la mano negra de Rubalcaba o la manipulación izquierdista. Así que al menos quiero dejar unos enlaces al respecto:

A Fray Fanatic.

A Orisson.

Al periódico digital El Manifiesto.

Hay muchos, muchos más. Pero ya digo que voy sin tiempo. Busquen, lea, contrasten…

Me importa un carajo si quiere aprovecharse IU o si le jode a Espe o si Rubalcaba quiere meter mano: El que pueda, que salga a la calle, que grite, que se queje. Y el que considere que eso no se puede hacer, que hay que expresarse tirando un papelito a la caja cada cuatro años y que la jornada de reflexión es el sacramento de más sagrado cumplimiento, pues muy bien, que se quede en casa.

Pero por favor que no vuelva a decir «aquí la gente sólo se mueve por el fútbol».

El corazón calentito

Soy consciente de lo «falsete» que suena escribir elogiosamente sobre alguien pocos días después de su muerte. Y más todavía si a ese alguien lo has conocido casi tangencialmente. Pero realmente me lo pide el cuerpo.

Era amiga de mi mujer, del grupo de amigas que se hizo en la red por su afición a las labores. En el caso de mi mujer, sobre todo punto de cruz. En el caso de Mariángeles, sobre todo patchwork (o, como se dice en mi tierra camerana del alma, almazuela).

Como decía, apenas traté a Mariángeles. El contacto de mi mujer con ella y con los grupos que formaban y que constituían una comunidad realmente unida era constante, pero físicamente yo sólo coincidí alguna vez que organizaron sus quedadas por estas tierras, e incluso en mi casa. Quizá no la tratara más de 3 ó 4 veces. Pero durante meses he pensado en ella muchos días.

Cuando nació Gonzalete, ese grupo de amigas regalaron a mi mujer una canastilla, y de entre todas las labores que contenía -baberos, toallas, cambiador…- había una muy particular: Una colcha que adorna en las noches de frío la cuna de Gonzalo. Aparte de decir que es muy bonita y está muy bien hecha, en su valor como labor, como yo no entiendo -¡hombres…!- no quiero entrar demasiado. Pero cada fría noche, al descubrir la cuna, leía la dedicatoria bordada que tenía en el interior.

«Deseo que te mantenga el corazón calentito. Mariángeles 2009».

He visto y leído muchas dedicatorias en este y otros tipos de regalos. Pero esta me emocionaba. Una detrás de otra, cada noche, la visión y la lectura de ésta me hacía pensar. Y, la verdad, no era capaz de imaginar una dedicatoria más dulce para arropar a un bebé. Cada noche, al arroparle y leerlo, repetía en un susurro a mi hijo dormido ese deseo. Y cada noche recordaba los ojos claros, la voz dulce y el trato encantador de Mariángeles, a la que apenas tuve oportunidad de conocer, pero que con tanto cariño arropaba así cada noche a mi hijo.

En esas contadas ocasiones tuve además la oportunidad de escuchar de su boca convicciones tan fuertes como dulce era la voz con que las exponía. Así que confío plenamente en que nuestra oración por ella será escuchada y atendida, y a estas alturas ya estará buscando retales de cielo con que calentar los corazones de muchos angelitos como los que llevaba en su nombre.

Descansa en Paz, Mariángeles. Descansa por fin en Paz.

Panorama

Aviso previo: Es largo, muy largo. Pero el asunto me parece vital y he ido escribiendo conforme se me iban ocurriendo las cosas, sin estructura previa y sin revisar, en ratos sueltos y por varios días. Dicho queda.

Habla Orisson -con acierto- de Infancia Truncada al referirse a esas generaciones a las que se les está robando la inocencia y con la excusa de la modernidad y los nuevos tiempos se les está enmierdando de tal manera que aseguren, por la vía de los hechos, el establecimiento del enmierdamiento moral como referente social.

Muchas veces pienso en cómo cambiaría la cosa si tantos y tantos padres que asienten y repiten sus «hay que ver cómo está la cosa, qué barbaridad» no siguieran aceptando esa realidad como impepinable y pusieran pies en pared. Es curioso qué sometimiento, qué mansedumbre ante la imposición de algo de lo que reniegan y contra lo que despotrican airados y vehementes… pero que aparcan como irremisible una vez pasado el primer impulso.

Pienso también en el cariz que irán tomando las cosas conforme la tropa vaya creciendo. Porque no es lo mismo enfrentarte a una realidad social cuando tienen menos de 10 años, están un colegio «sano» y que anden siempre a corta distancia, a cuando -ya mismo, ay- asomen por un instituto y la cuerda, por pura ley de vida, se vaya alargando.

Sobre esto, hace unos meses conocía a la madre de unas niñas de edades parecidas a la que le explicaba que mi intención es que la mayor fuera a determinado colegio religioso el año que viene a empezar la secundaria, pero que como a la Junta le importa un carajo que quede a cinco minutos (siete, según medimos al llevar la solicitud, pero con una línea imaginaria de separación de zonas en medio) de casa y nuestras preferencias como padres, seguramente acabará en el instituto público, dejándome el corazón en la boca.

Esta madre, después de escuchar mis explicaciones sobre el ambiente en el colegio religioso, la implicación de las profesoras, la formación humana como opción principal… sólo acertó a preguntarme que por qué en ese colegio, si el nivel (académico, claro) de tales otros son mejores. La verdad es que no me cuesta, pero sí me cansa, explicar a tantos que el nivel académico es algo secundario con respecto al ambiente y a la formación humana que pueda recibir en el centro. Ya, ya lo sé que hijos de puta hay en todos sitios, y también mandan a los niños a colegios religiosos, o de pago. Vaya si lo sé. Pero esos mismos padres que repiten el socorrido «hay que ver, cómo está la juventud» me mirarán raro si intento, quizá sin mucho éxito, buscar un ambiente siquiera mínimamente mejor y lo cambiarán gustosos por un «pero el nivel con que salen de tal colegio es cojonudo, medio punto más en selectividad fijo».

Hace unos días me tranquilizaba algo, sólo un poco, después de ver que el instituto en el que si nada lo remedia desembarcaremos en breve es de los pocos de la provincia que no cuenta -de momento, al menos- con un «punto de información» de uno de esos planes de perversión de menores que pagamos entre todos para que, como dice Orisson, nuestros niños puedan ignorar a gusto quién es San Juan de la Cruz o dónde quedan Las Navas de Tolosa pero siendo doctores en cómo y por dónde usar un condón.

La verdad es que el plan en concreto es de lo más completo: Poner a niños de 11 años (por más que digan 13, es con 11 con los años que los pequeños del curso llegan al instituto) a comparar una revista del corazón con una porno y comentar lo observado. No me digan que no es alentador. Poder elegir entre las tetas de una actriz porno y las de la Esteban.

También se preocupan, no crean, de formar ciudadanos modélicos instándoles a señalar a aquellos profesores de los que sospechen que no son afectos a tan formativas y educativas prácticas.

Andalucía, imparable.

Como digo, parece que en este Insti no hay «punto de información». Supongo que porque el espacio a tal efecto lo ocupa una máquina de condones, una ventanilla de dispensación de píldoras abortivas o un punto informativo de las juventudes socialistas de nuevas generaciones izquierdosas e unidas del sindicato de estudiantes. O así. No sé si al menos les habrán dejado una pantallita para pasar sus vídeos «educativos» que los niños de 11 años necesitan.

El caso es que independientemente de casos puntuales como este plan oficial o los años de EpC en el temario, el panorama que se nos presenta es, cuanto menos, preocupante. Porque la lluvia fina no deja de caer, y ya empapa hasta el tuétano.

Yerra gravemente Orisson (lo que pasa es que es amiguete y le perdonamos) cuando al final de su entrada pone como ejemplo a quien no lo merece. Y yerra porque en el ejemplo que él enlaza es fácil actuar. Ponemos una advertencia y un mínimo cerramiento dentro de unas condiciones no demasiado adversas. Donde -o mejor, cuando- hay que dar ejemplo es en adelante.

Pero ¿qué métodos podemos utilizar en el futuro? Tengo un convencimiento muy arraigado, que me cuesta no pocas discusiones y enfrentamientos. Llegados a cierto punto, hay cosas por las que no merece la pena discutir. Como decía Loquillo en su Feo, fuerte y formal: «Mi familia, gente normal, de otra época y corte moral, que resuelven sus problemas de forma natural: ¿para qué discutir, si puedes pelear?»

Todos mis ánimos a aquellos que creen que por la vía de la justicia y los recursos pueden parar esta ola. Pero a mí me resulta absolutamente evidente que todo esto es un plan perfectamente trazado precisamente por quien tiene en su mano cambiar las leyes. Y que si un día esos recursos consiguieran pararles, ya cambiarían las leyes para seguir, recuperando además el tiempo perdido.

Seamos claros: Si llegan a una esquina y un viejo verde se abre la gabardina ante sus hijos, ¿verdad que ninguno le expondría al tipo, con el género expuesto, que en función de la normativa municipal su actitud pudiera incurrir en una falta de escándalo público que…? No. Al tipo se le engancha por el pescuezo -o por el género- y se le retuerce allí mismo -el pescuezo o el género- hasta que hable japonés. Pues esto es exactamente lo mismo.

Hablaba con mi santa cuando fuimos a preguntar al instituto que lo primero que vamos a hacer el primer día de curso es presentar un escrito a la dirección en el que prohibimos tajantemente que a la tropa les entreguen «información», les inviten a asistir o pongan cualquier texto, imagen o sonido a su alcance que no sea estrictamente el contenido en su material escolar y que responda única y exclusivamente al temario y currículo del curso, reservándonos en caso de no atender nuestras indicaciones cualquier acción de respuesta. Esto, que habrá quien interprete como posibles recursos por atentar contra la libertad de educación y tal y tal, en mi pueblo significa un simple y llano «yo que tú no lo haría, forastero».

Determinación absoluta ante la «autoridad»: Si hay que liarla en el instituto o tocarle la cara a alguien de la Consejería que sea, hasta las últimas consecuencias.

Eso podrían ser casos excepcionales, pero también está el ambiente inmediato y cotidiano. ¡Qué fácil y cómodo es callarse cuando alguien cercano a los niños hace cosas que no nos gustan pero que en estos tiempos son tenidas por normales! «Papá, es que fulanito lo hace, es que menganito lo dice, es que la madre de zutanito le deja…» Y claro, pobrecito, si es que todos sus amigos lo dicen, lo ven, lo hacen, si es que en estos tiempos, es tontería, al final es peor porque lo que le haces es que se vea diferente, raro, que otros niños lo señalen…

¿Entonces? ¿Dejamos que el niño siga la corriente? Es jodido, seguro, y uno de los efectos más desagradables de todo esto, que el niño se vea diferente, que se sienta centro de una polémica. Y más si es un niño tímido. Puede pasarlo muy mal. Pero… insisto ¿dejamos que siga la corriente?

Firmeza y aceptación de la diferencia. Si el resto del mundo quiere darse cabezazos, son ellos, y no nosotros, los equivocados. La diferencia no es mala. Ni, llegado el caso, la soledad. Pero el niño debe tener claro que hay unas líneas rojas que no podemos sobrepasar, aunque la comodidad nos invite pasarlas con un triple salto mortal con tirabuzón.

Esto nos lleva a uno de los principios que, en estas circunstancias, más difícil puede suponer dejar claro en los niños, pero que es de capital importancia: La disciplina y el entendimiento de la autoridad. Aunque parezca contradictorio con lo anterior, hay que inculcar en el niño, desde pequeño, el principio de autoridad. Hemos hablado muchas veces del problema que supone en los niños de hoy ese desplante ante el profesor que le reprende o ante la señora que le llama la atención por alguna travesura. Tenemos un problema serio y mil veces se ha repetido el ejemplo: Cuando nosotros éramos niños, si el profesor nos daba una colleja -y estoy hablando de una colleja o de un tirón de orejas, no de otra cosa-, nos cuidábamos muy mucho de quejarnos en casa, porque la autoridad del maestro era asumida en la familia y venía el consabido «algo habrás hecho», y el castigo o reprimenda adicional. Esto se ha convertido hoy en un «papá, el profesor me ha mirado mal» y en la consiguiente visita del indignado papá al que le importa un carajo lo que ha sucedido en realidad y sólo quiere liarle un pollo al profesor que ha osado faltar a su cachorrito. El juez Emilio Calatayud ha escrito y hablado mucho al respecto y recomiendo leerle o escucharle sobre ese asunto.

Reconozco que es difícil, decía, dejar claro ese principio de autoridad y a la vez mantener la firme determinación de no permitir que se sobrepasen las líneas rojas que hayamos marcados. Pero que sea difícil no es excusa para la dejadez, antes al contrario, obliga al esfuerzo adicional de los padres… que al fin y al cabo, para eso estamos y esa es nuestra principal obligación. En ese esfuerzo adicional hay que dejar claras dos cosas: La primera, que se trata de una escala de valores en el que la autoridad es muy importante pero hay cosas, contadas, determinadas, concretas y muy claramente delimitadas, que están incluso por encima de esa autoridad. La segunda, que esa escala de valores lo es para lo bueno y para lo malo, y que si nuestra resistencia tiene consecuencias -académicas, disciplinarias o de convivencia con compañeros y personal del centro- éstas no deben jamás pesar más que la obligación moral y que nuestra determinación.

Establecimiento del principio de autoridad, con la delimitación clara, definida, firme y argumentada de qué principios son superiores a él. Aceptación de las consecuencias de nuestros actos.

Esto es sólo un repaso a vuelapluma de obligaciones que como padres tenemos para poner en lo posible remedio a ese truncamiento de la infancia del que nos alerta Orisson.

Pero nada de ello tendría sentido si no empezamos por el principio. Y es que esas medidas son mayormente acciones defensivas contra la lluvia fina exterior. Absurdas totalmente si el niño sale empapado ya de casa. Si colaboramos en que la adolescencia no empiece ya a los 13 ó 14 sino a los 9 ó 10. Si no les damos una referencia firme y clara de comportamiento.

¿Cómo esperaremos que nuestros hijos respeten y sean respetados si en casa no ven respeto en sus padres? ¿Cómo esperar que no vuelvan trompas perdidos si observan a sus padres pimplarse el agua de los floreros? ¿Qué sentido del esfuerzo les inculcaremos si la máxima preocupación que ven en casa es el no perder el hilo de la serie o sus padres son unos seres catalépticos ante la tele? ¿Qué sentido del pudor tendrán los niños de 12 años si tienen al alcance de sus ojos y oídos la obscenidad continua que nos regalan determinados medios o si sus padres no cuidan sus expresiones y en charlas familiares reina la procacidad? ¿Qué actitud sexual es la lógica en tantos niños y preadolescentes que ven a sus padres separados cambiar de compañeros de cama de cuando en cuando? ¿Como saldrá el niño ante el que sus padres, sin rubor y casi con orgullo, se jactan de haber recibido más cambio del debido, de haber amañado un precio, o de haberse quedado con lo de alguien «porque a mí me hacía más falta»?

En ocasiones creemos que ponemos lo nuestro y sólo queda esperar que «el niño no se tuerza». Pero sabemos que el ambiente influye de manera importantísima en la evolución moral y educativa de los adolescentes. El problema viene porque ya no se trata de vigilar un amigo que apunta a descarriado o una pandilla no muy recomendable -cuando yo era niño, a esos se les solía ver de lejos- sino que en cualquier parte, en la familia más aparentemente normal, en quien se supone que debe ejercer la autoridad, en cualquier lado, en suma, te encuentras el caso tan repetido: Padres o educadores que han descubierto el Mediterráneo del «bueeeeeeno, pero si eso ya lo hace todo el muuuundo», y aquí paz y después gloria. Los ejemplos que pongo en el párrafo anterior no son exageraciones. Son consumo habitual en familias de clase media de zonas residenciales. Son el ambiente en el que crecen los amigos de nuestros hijos.

Luego me llaman raro cuando digo que mi máximo anhelo es irme a un pueblo abandonado y autoabastecerme, y esperar que otras familias «de la cuerda» (carcas, que diría algún amiguete) se unieran. Raro, ya, claro.

En suma, un panorama realmente preocupante el que se nos abre y al que debemos enfrentarnos de manera activa y sabiendo de antemano que serán más, muchos más, los malos que los buenos momentos que nos ofrecerán.

Pero esto es lo que hay. Habrá, miles, que nos señalen por no plegarnos, por ser tan obstinados y cabezones, y sobre todo utilizarán el sobado argumento: Con nuestra actitud al final lo que hacemos es que los niños se vean diferentes, se sientan señalados, se incomoden…

Y les resulta taaaaaan difícil entender que nosotros lo que queremos es que los niños sean… ¡niños! Que sean normales. Que ellos serán lo que ellos quieran, pero que nuestro esfuerzo hacia lo que se dirige es a que puedan elegir… cuando sean capaces de elegir. Mientras que la presión ambiental lo que hace es obligarles, dirigirles, empujarles hacia un modelo impuesto en el que integrarse por decreto y además mucho antes de lo que les corresponde… y del que, si se salen, serán, como ellos mismos reconocen, señalados.

Como digo en el aviso inicial, entiendo que todo esto es largo y desordenado. Ya he dicho también en alguna ocasión, que este cuadernillo no es para decirle a nadie lo que tiene que hacer, sino para apuntar cosas que me puedan servir e intentar analizarlas.

Aunque ahora mismo, ojeando lo escrito, para lo que me sirve es para darme la tarde. Ojú, qué panorama.

La exacta felicitación

Todas las marcas se apresuran hoy a anunciarse en prensa sevillana felicitando al Real Betis Balompié por el ascenso.

Cruzcampo sabe bien por dónde se mueve, qué es lo que hay y lo hace mejor:

En su anuncio en prensa de hoy, ellos no felicitan al Betis. Felicitan a la Primera División. Como debe ser.

¡Una Cruzcampo!