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Oh, escándalo

Andaban los guindos repletos de pánfilos que han pegado un costalazo en estos días en que un diario sensacionalista alemán ha sacado a la rubia acompañante de Juan Carlos y dado oficialidad (en cuanto a realidad publicada) a su condición de amante real.

En los guindos (no ministeriales) andaban no ya por no conocer a la teutona, de la que ya circula información hace un puñado de años, sino incluso por descubrir ahora, a la vejez viruelas, que el ocupante del trono español hace honor a sus genes y salta de cama en cama.

A mí, que alguien se sorprenda por esto me causa un puntito de compasión (pobre, en qué mundo viviría hasta ahora) no exento de mosqueo (ahora que lo lee en la prensa se asombra, mientras nos acusó de sensacionalistas mentirosos a los que llevamos diciéndolo años).

Lo que me toca las narices es la riada de escándalo que otros están vertiendo en estos días en los medios y en la red. Ojo, no estoy negando el escándalo, que a mí también me lo causa, y la vergüenza, que comparto con quienes, como el querido Alphonse, han denunciado desde un punto de vista estrictamente moral. Lo que me molesta es la actitud de otros que denuncian el escándalo únicamente por ser él quien es y por ser ahora cuando es.

Me explico: De esa multitud de voces que se alzan llamando a escándalo por las aventuras del Borbón ¿Cuántos defienden la indisolubilidad del matrimonio? ¿Cuántos denuncian el adulterio como grave inmoralidad? ¿Cuántos justifican la ruptura del compromiso matrimonial por un quítame allá esas arrugas, o por una discusión egoísta, o por un «es que no es lo mismo, hemos caído en la rutina»? Si estamos rodeados de matrimonios que saltan por los aires y por reubicaciones de cama de padres y madres de familia que convierten el hogar ¿familiar? en un remedo del villancico (dime niño ¿de quién eres?) cada vez más cercano a los Chanclas (yo no conozco a tu padre, ni a tu madre, pero a tu tío sí… seguro que es familia mía… ¿tú de quien eres?)… Si en las mismas semanas previas a las bodas los casi esposos manifiestan sus condiciones para cuando «dejen de quererse»… Si hemos aceptado como válido lo de «mejor así, que son otros tiempos»… Si aceptamos que el matrimonio es un contrato social… Si sabemos de infidelidades que comentamos como chascarrillos sin mayor importancia…

Si todo esto ocurre, me pregunto: ¿Con qué fuerza moral vamos a escandalizarnos de que un anciano se encame con una mujer de la edad de su hija mientras mantiene un matrimonio artificial como herramienta social? La validez de Juan Carlos para ocupar el trono que ocupa (o que detenta) puede ser analizada desde varios puntos de vista, ninguno de los cuales nos son aplicables a nosotros, los plebeyos. Pero sus compromisos matrimoniales le obligan a él exactamente en la misma medida que a cada uno de nosotros, más allá de la ejemplaridad exigible a las altas personalidades.

Por tanto, compartiendo la vergüenza y el escándalo de quien encuentra moralmente reprochable el espectáculo desde su fondo y raíz, no entiendo la crítica de quien defiende la degradación de las costumbres y la adaptación de las instituciones a las nuevas normas por ellos impuestas, para luego denunciar precisamente esa adaptación.

Un barridito

Soy plenamente consciente que con esta entrada voy a ganarme el odio eterno de un puñado de gente. Bien. Sean ellos plenamente conscientes de que si la impresión que tengo es correcta, me viene importando entre nada y menos. Y si estoy equivocado en mi apreciación, tampoco me importará nada reconocerlo, si alguien tiene a bien sacarme de mi error.

Hace cosa de un mes, en medio de las muchas movilizaciones en torno a los pufos del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, oí que uno de los servicios suspendidos por huelga era el de la limpieza de los colegios. Y en unos días, la noticia pasó de ser la huelga a la suspensión de las clases en los colegios públicos por la suciedad acumulada. Ya entonces me surgió una duda sobre la situación creada por la huelga y las razones que pudieran llevar a esa suspensión. Me parece lógico que se suspendan clases, claro, si la situación es antihigiénica. Colegios, niños pequeños, baños que no se límpian… Sí, es fácil que se llegue a una situación poco salubre. Ahora bien, me planteé una sencilla pregunta: ¿Los problemas son de ese tipo, o son más, digamos, superficiales?

Ahí quedó la pregunta, no le dí más vueltas. Hasta ayer. En el programa de TVE «Comando Actualidad» titulado «Recortados», en los que analizaban la situación de distintos colectivos que han sufrido los abundantes recortes que nos rodean, empezaron por un colegio de Jerez. Dos responsables del centro mostraban a la reportera el estado de un aula de infantil. En ella, las sillas estaba desordenadas, había papeles por el suelo y sobre las papeleras se amontonaban restos que al menos doblaban el tamaño de las mismas.

Y yo, que no entro a valorar la huelga, que entiendo que se puedan suspender clases por motivos de higiene y demás, me preguntaba… ¿Es que ningún profesor ha podido coger la bolsa de la papelera y llevársela al contenedor cuando saliera? ¿Es que no pueden darle un barridito al suelo? Vamos a ver, que la labor de un profesor es la que es y no digo ni por un momento que se encarguen de la limpieza en profundidad del aula. Pero dejar una papelera rebosante en un aula de infantil no es cuestión de atribuciones… es cuestión de que el profesor de esa clase es un cerdo. Es que poner las sillas sobre la mesa y dar un barridito antes de irte no es cuestión de oposiciones… es cuestión de urbanidad.

Mi hija mayor, todos los martes, sale cinco minutos más tarde del colegio. Porque ese día le toca a su grupo la limpieza del aula. Limpieza somera, que consiste en pasar la escoba, borrar la pizarra y vaciar las papeleras. Habrá quien diga que para eso hay servicios de limpieza. Que los hay, claro, que se encargan, después, de una limpieza más profunda. Pero es que yo agradezco esos turnos de limpieza como parte de la propia educación. No ya para que tenga presente que hay que limpiar y recoger… sino para que aprendan que cuando tiramos un papel, alguien tiene que venir a recogerlo. Y si no te gusta recogerlo tú, no se lo hagas recoger a los demás.

Supongo que semejante aberración, propia de la dictatorial y trasnochada enseñanza concertada religiosa, debe ser desterrada radicalmente antes de optar a una plaza de… ¿profesor de la pública? no… de funcionario de la Junta. Porque esos profesores que se lamentan de la situación de unos papeles tirados entre los que juegan los niños sin sencillamente coger la bolsa y tirarla, no son maestros, ni siquiera profesores. Son sólo funcionarios. Y además, tela de guarros.

Proveerá

Recuerdo la preocupación de mi esposa, o la sorpresa de algunos amigos y conocidos. Durante toda mi vida, ante situaciones que hacían tambalearse cualquier planteamiento previo, o que recomendaban no mover ni un músculo, mi sentencia siempre fue la misma: Dios proveerá. Y adelante.

Y siempre proveyó.

En alguna ocasión me advertían: ¿Y si no provee? Pues si no provee… no estaría de Dios, así que bueno será.

Siempre proveyó. Siempre. En mayor o menor medida, con las limitaciones que sean. Pero nunca faltó, lo tengo clarísimo, la Providencia.

Así que no me mires así. Ni le des más vueltas de las necesarias. Que, como siempre, proveerá.

¿Y si no? Pues si no provee en el sentido que esperábamos, será que el sentido que nos conviene es otro. Así que habrá que estar dispuesto a ello.

Resurrexit, sicut dixit

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

ALELUYA

Catequesis a pie de paso

Los primeros nazarenos pasan por delante de sus ojos, que los contemplan con una mezcla de sorpresa y diversión. Supongo que no guarda recuerdos de la última vez que los vio. La llama de los cirios le asusta ligeramente, pero el primero que le ofrece un caramelo o una estampita vence sus reparos. Me pregunto qué pasa por su cabeza cuando ve tanta túnica y tanto rostro oculto desde sus infantiles ojos que todavía no han soplado tres velas.

Las filas van pasando y él se va cansando, alternando la «caza» de caramelos ayudado por una de sus hermanas con petición de brazos que le descansen. Los tambores se acercan, anunciando la llegada del paso, y él los siente como anuncio de algo relevante. Busca el origen del sonido y a lo lejos divisa el Misterio. Viene el Señor, le digo. Y entonces recuerdo la conversación que oí hace no muchos días.

Hablaban de la conveniencia o no de relatar a los niños la Pasión, o de la visión por parte de los mismos niños, de imágenes del Crucificado. Es muy fuerte para ellos, dicen. Incluso ponen el ejemplo de una niña que llora pidiendo «que no le cuenten ese cuento tan triste». Yo intervengo, sin gran interés ya que sé que hay quien no varía su opinión sobre determinadas cosas, vea o escuche lo que sea que se le muestre o cuente. Y que mantendrán sus posiciones más como posición ideológica que otra cosa. La cuestión es vieja: Aleja al niño de cualquier creencia. Mantenlo aislado. Y cuando tenga edad que se interese, o no, y que crea lo que quiera.

El caso es que recordando lo oído alzo a mi hijo en brazos para que vea la imagen cómo se le acerca, paso a paso, con el andar seguro de sus costaleros. Sus pequeños ojillos se clavan en Él. Recorren la imagen, desde cada una de sus llagas hasta su rostro herido. Cuando se alza justo frente a nosotros, apenas a un par de pasos, el niño alza su manita, como saludándole. Luego se besa repetidamente la palma y le lanza montones de besos, componiendo una oración sin palabras que sin duda llega directa al Cielo.

Llegados a casa, con su pijamita puesto y a punto de dormirse, busca entre las estampas recibidas. Encuentra una que muestra el Cuerpo maltratado y muerto entre los brazos de su Madre Inmaculada. Mira le escena muy de cerca, con mucha atención. Con su dedo índice, toca las caras del Cristo y la Virgen y dice algo en su idioma sólo inteligible para él. Luego besa la estampa y la abraza. Minutos después, duerme plácidamente.

Yo rezo a su Ángel de la Guarda para que vele su sueño, mientras me pregunto qué le debieron contar a aquella chiquilla para encontrar un cuento triste en la más bella historia de amor y entrega.

Todo al negro

No he entrado en mi vida en un casino. Y en un bingo, quizás un par de veces a comprar tabaco en uno cercano a casa. Eso sí; cada semana echo unos eurillos a la hucha de las loterías y apuestas del estado, con el resultado que pueden deducir si analizan porqué esto lo sigo escribiendo yo en lugar de mi mayordomo.

Hace pocas semanas, mi vecino E. pasaba por casa y, como siempre ocurre con él, un trámite previsto para pocos minutos se convertía en varias horas de charla. Entre los miles de temas que se van sucediendo, hablamos del Casino del Aljarafe, en Sevilla. Me sorprende contándome que ha ido en ocasiones, pero cuando voy a terciar, me cuenta que él a lo que va es a un restaurante que hay allí, y que lo que ha hecho en contadas ocasiones es jugarse las vueltas, sorteando entre los amigos quién pasa la vergüenza de cambiar en fichas 6, 8 ó 10 euros en una taquilla en la que los billetes de tres dígitos se suceden a gran velocidad.

Y me cuenta que aunque lo ha hecho unas pocas veces, no le gusta y lo pasa mal. Lo pasa mal porque aprovecha el paseo para fijarse en la gente, no en el juego. A él no le importa dónde caiga la bolita en la ruleta, ni si el croupier saca la carta adecuada o no para que aquél montón de fichas pasen a una mano o a otra. Así que puede centrar su atención en quién está a este lado de la bolita o de la carta.

Lo primero que le choca, me cuenta, es la prostitución. Numerosas mujeres revolotean por el lugar, arrimándose, por casualidad, a quien lleva la racha ganadora. Día tras día. Noche tras noche. Tenga quien tenga la racha. También me habla de un grupo de chinos, que sacan billetes de 500 como si fueran Clint Eastwood desenfundando revólveres. Pam, pam, pam. Los que hagan falta. Que no falten fichas. Ni mozas haciéndome carantoñas. Así me va describiendo un panorama que ni conozco ni tengo intención de conocer. Un día, me cuenta, le llamó la atención la actitud de un hombre de mediana edad que llegó y se sentó a la mesa, sin fichas. Sacó un sobre y se lo entregó al personal del casino. El receptor desapareció por una puerta. Minutos después volvió, dijo algo al oído del croupier y se fue. Entonces el croupier, mientras repartía cartas al misterioso recién llegado, le dijo «sus escrituras han sido aceptadas».

De esto, me termina de confiar, no puedo hablar en casa de L. ¿Y eso? En su casa está prohibido hasta hablar del juego. Su abuelo tenía fincas, ganaderías y bodegas en la provincia de Cádiz. Y gracias al juego, su madre tuvo que venirse a Sevilla, una mano delante y otra atrás, a limpiar casas.

En los últimos meses se viene especulando sobre las posibilidades de abrir una mastodóntica zona dedicada al juego, que se llamaría Eurovegas, en nuestro país. Las posibilidades están repartidas entre Madrid y Barcelona. En los últimos días parece que toma más peso la posibilidad de la capital. La presidente de la provincia-región-ente autonómico, no deja de vender la cosa como una lluvia de maná en forma de decenas de miles de puestos de trabajo y cientos de millones de euros de inversión. Los ministros afectados hablan abiertamente de modificar las leyes que haga falta para que el proyecto no encuentre escollos legales.

Esta es la realidad del mercado: Llegadas las vacas hiperflacas, que no decaiga la fiesta. Hagan fila las mozas para vender sus cuerpos, y los padres de familia dispuestos a perder sus patrimonios. No falten los jóvenes dispuestos a trabajar por unos pocos cientos de euros viendo como miles cambian de manos. Y cámbiense las leyes que pudieran poner pegas, que habiendo mercado, ¿para qué queremos leyes?

Ciertamente, ni se qué leyes son esas que ponen en peligro tal proyecto. Lo que me preocupa no son las leyes, sino el aplauso general a quienes, por un puñado de (millones de) dólares, se basarán en las cambiantes leyes para permitir cualquier cosa.

Hagan sus apuestas, señores. Todo al negro futuro que se alza. No va más.

(CeR): Retroceso

Colaboración en Cruzando el Rubicón de este su seguro servidor, al hilo de huelgas, reformas y demás: Retroceso.

Sé que soy un provocador. Y no es la primera vez que tiro de ese argumento. Pero es que lo que es, es.

Mi hija ya no irá contigo a por el pan

Te tomaste tu tiempo, y quisiste marcar tú el ritmo. Hace años que nos movilizaste a todos, porque los médicos nos dijeron que se acabó tu plazo. Pero contigo no fue nunca eso. A ti te iban a decir esos cuándo morirte. ¡Ja!

Y Dios, que escribe siguiendo una recta que llega hasta el Infinito, guardó un momento entre los renglones torcidos de tus manías y cabezonerías, y puso a tu esposa a tu lado para en el momento justo sacar de tus labios un Padre Nuestro, que fueron las últimas palabras que salieron de tu cuerpo maltrecho y las primeras que entonó tu alma inmortal para presentarte ante Él y pedirle un sitio sobre la sierra camerana desde el que pasar la Eternidad plasmando al carboncillo las paredes de piedra de las viejas casonas, las peladas laderas del Serradero, el puente románico o los bosques que se alejan guardando el nacimiento del Iregua. Ese Iregua que hace demasiados años que no cruzo, y que cuando vuelva a mirarme en él, ya no verá a mi hija saltando a tu lado mientras vais a comprar el pan.

Descansa en Paz, tío Carlos.

(CeR): El cambio andaluz

Nueva y humilde colaboración de este su seguro servidor en Cruzando el Rubicón: El Cambio Andaluz.

Disimula, que resulta que es mor… de origen magrebí

Carlos Cue en COPE, Melchor Miralles en ABC Radio, Carles Francino en la SER, Esther Palomera en TVE, Nativel Preciado en la misma TVE, Javier Valenzuela en El País, Salomé García en la Sec… Sexta, igual que Antonio García Ferreras y Carmelo Encinas en la misma tele… Y tantísimos otros que habéis ido por el mismo camino en estos días…

¿Pero no era evidente que este era el resultado del populismo? ¿No se veía claro cual era el camino de coquetear con la «extrema derecha»? ¿No había que sacar del escenario a «opciones populistas»…?

Los que sacaban la noticia de los asesinatos de los niños judíos al lado de la foto de Le Pen se habrán quedado a gusto. Lo peor… es que de esto tampoco debería sorprenderse nadie.