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Tarde de Nochevieja

En la tarde de Nochevieja siempre hay una ocasión para andar en soledad. Tirar pronto la basura, ir a por algo que falta para la cena…

Me gusta andar en soledad, pero el de esa tarde es un paseo distinto. El aire no huele igual, y parece que todo el mundo haya desaparecido, salvo por las explosiones lejanas de petardos y cohetes.

La lluvia de hoy ayuda. Elimina las escasas posibilidades de encontrarte a alguien y envuelve el olor del recuerdo en el olor siempre embriagador de la tierra mojada, y hace que los pasos resuenen con más fuerza no en las calles sino en dentro de mí.

Dicen que esta tarde tiene algo de triste. Yo no lo creo. Tiene mucho de alegre, porque al llenar los pulmones de húmeda esencia de tarde de Nochevieja, reviven ahí dentro tantas otras pasadas. Y ves que es cierto, que conforme pasan las Nocheviejas ya no son como aquellas, que ya no tienen esto o aquello, y sobre todo no tienen a aquellos ni a estos. Porque estos son otros, vaya si son otros.

Y eso, que le causa tristeza a tantos, significa que hemos vivido y que seguimos en ello. Una Nochevieja más. O una menos, qué mas da. En cualquier caso, otra. Otro regalo. Gracias.

Feliz Año Nuevo.

El anciano Simeón

En mis tiempos recuerdo que en toda entrevista que se preciara, y en cualquiera de esos cuestionarios que hacíamos de jóvenes del tipo «cuánto conoces de fulanito», había una pregunta que no faltaba nunca:

– «¿Qué personaje histórico le hubiese gustado ser?»

Era una buena ocasión para comprobar el grado de tontunismo moderno del entrevistado, porque los modennnnos nunca salían del sota, caballo, rey de turno. Y yo entonces me hacía esa misma pregunta. Y dependiendo del ánimo y de los años, mi respuesta iba cambiando. Del gran guerrero al escritor famoso, del guerrillero contra el francés al gobernante justo y magnánimo, del cantante namberguán al galán irresistible.

Creo que la mayor parte de las elecciones tenían que ver con las armas. Y es lógico, pues si nos quedábamos en casa, nuestro solar se edificó a base de ellas, como herramientas al servicio de un ideal supremo y común que se fue derrumbando precisamente cuando el personal dejó de creerlo supremo y cuando dejamos de tenerlo en común, y empezaron a querer cambiárnoslo por moderneces insoportables, en las que seguimos, y esas armas dejaron de apuntar hacia afuera, hacia el enemigo, para apuntar hacia adentro, hacia el rival.

Pero bueno, al asunto. Finalmente la elección se fue posando y haciéndose fija. Y ya no cambiaba con años ni con ánimos. Un colono de Castilla. Uno de aquellos héroes anónimos que escribieron una de las páginas más grandes de la Historia de la Cristiandad, abandonando sus montañas para situarse, allá por el final del siglo VIII y todo el IX, en la primera línea del peligro, soportando intercambios culturales aceifa tras aceifa verano tras verano como pago para construir una sociedad de campesinos libres e iguales, dueños de su tierra, fieles a sus ancestros, a su fe y a su rey, sin parangón en el mundo.

Aún hoy no son pocas las veces que pienso que ese era mi lugar en la Historia, que algún desajuste me robó trayéndome al siglo XX cambalache, problemático y febril, donde el que no llora no mama y el que no roba es un gil. O peor, a su hijo bastardo y degenerado, el XXI.

Pero en el fondo, cuando me pregunto a mí mismo no qué personaje debiera haber sido sino cuál me hubiera gustado ser, desde hace unos años -los años de las certezas, de los reposos, de las canas…- siempre acabo llegando a la misma conclusión. Y como es el protagonista del Evangelio de hoy (Lucas 2, 22-35), se lo revelo a este mi amado público.

¿Podría uno aspirar a mayor honor que el haber estado en la piel del anciano Simeón? Ese que, después de una vida justa y piadosa, fue capaz de reconocer a simple vista en un simple niño la salvación del mundo, tuvo la oportunidad de tener al mismo Creador en sus brazos y, después de ello, en lugar de reclamar puestos ni favores, agradeció al Señor tan grande regalo y poder así «morir en paz», pues a nada mayor podía aspirar después de haber alzado él mismo en sus brazos amorosos a la misma Luz del Mundo.

Alberto Garzón, el obligado

Será una tontería sin mayor importancia, pero describe hasta qué punto tiene esta gente interiorizado su sectarismo y su falsedad hacia la Iglesia como la cruel opresora que sólo existe en sus delirios.

Dice Alberto Garzón -candidato a la supervivencia por Izquierda Unida / Unidad Popular el próximo 20D- en una entrevista que la última vez que entró en una iglesia fue cuando su comunión y porque era obligatorio.

Dice también que sería en sexto de primaria o primero de la eso, lo cual es raro porque normalmente se recibe en cuarto de primaria. Suponemos que ahí interviene a medias su mala memoria y su ignorancia, pero bueno.

El caso es que Albertito nació en 1985. Es decir, que normalmente haría la primera comunión en 1995. Y dice el mozo que claro, que es que era obligatorio.

En el 95, como todo el mundo sabe. La opresión clerical y eso. Y encima el rebaño se lo habrá creído. E interiorizado lo duro que es vivir bajo tan pesada carga de la que el progreso nos liberará. El progreso y Alberto.

Nota adicional: Claro que de algo publicado por el pluralete de mi veraniego vecino Enric Sopena no íbamos a esperar formalidad a estas alturas, ¿verdad?

De Prada, Santa Teresa, España

En la tarde de ayer asistí a la presentación en Sevilla de la última novela de Juan Manuel de Prada, «El castillo de diamante». Consistió en una charla-entrevista con el periodista sevillano Cristobal Cervantes muy entretenida, girando en torno al tema del libro sin perder ocasión para soltar pildorazos de los suyos. Pildorazos de bendito antimodernismo y denuncia de males del mundo, a izquierda y derecha. Como digo, una charla muy entretenida y sin dejar de girar en torno al libro y a la época, con referencias a Santa Teresa, al papel de Felipe II, al Concilio de Trento, a la Inquisición… muy comprometida con la verdad. Pero llegando ya al final, Cervantes le puso en suerte la actualidad, la situación en Cataluña, la corrupción, etc.

Y surgió el mejor Juan Manuel de Prada. Situando el origen del problema no en las actuaciones de los últimos meses sino en décadas de gobiernos nacionales traidores, señalando la pérdida irremisible de la esencia de España al abandonar lo que durante siglos le ha dado la unidad, citando a Vázquez de Mella y al «plebiscito de los siglos», llorando el abandono de todo lo que formó a España y la hizo grande, enfrentándola al invasor primero y al mundo después… Reconozco que me emocionó profundamente y tuve que reprimir el impulso de levantarme y gritar ¡Bravo!

Terminada la charla, Antonio y María, amigos que estaban dos filas detrás de mí, me preguntaron algo muy significativo: «¿Lo has disfrutado tanto como nosotros?».

Ciertamente lo disfruté. Y me emocioné. Y tener la ocasión de escuchar a alguien que llegue a conmover, a emocionar, hablando del ser de España, de la Patria, de la Tradición, de nuestra Historia, de los lazos que nos unen desde hace siglos, de la pequeñez de los argumentos constitucionales, europeos o económicos frente a la grandeza de nuestra obra milenaria… Buf, eso es un lujo en este páramo actual.

Los deberes no son el problema (principal)

Hace algunos días circulaba intensamente por la red, e incluso saltó a los informativos de TV un vídeo correspondiente a una campaña pidiendo la «racionalización» de los deberes escolares en España.

Dejé entonces un comentario largo en redes sociales que quiero dejar fijado aquí:

El tema de los deberes de los niños me crea opiniones contrapuestas. Por un lado entiendo este tipo de propuestas pero por otro me parece un error pensar que el problema es que no traigan el trabajo a casa y punto.

El problema es mucho más profundo, y está en el propio diseño del sistema educativo. A los niños se les vuelca una cantidad de información con el único y exclusivo fin de que lo memoricen o en el caso de matemáticas y demás adquieran una técnica de resolución de ejercicios, pero no se trabaja con ellos para que entiendan qué están estudiando o aprendiendo a resolver mediante numeritos.

¿Se puede educar sin cargar de trabajo en casa a los niños? No es que se pueda, es que se debe. Pero para eso hay que arrancar de raíz el 90% de los fundamentos del sistema educativo. No el español, sino el occidental en general.

La solución no es que el niño no haga cuentas en casa, sino que aprenda qué representan esas cuentas y sea capaz de razonar la solución, no rebuscar en su disco duro la fórmula a escribir y sustituir los valores. La solución no es que el niño no se estudie tal capítulo de la Historia, sino que entienda qué ocurrió, el porqué y en qué se tradujo tal hecho. Y sólo entonces, cuando entienda el hecho concreto, podrá catalogar que sus actores fueron tal rey o tal pensador, y que sucedió en tal año. Y sabrá que es tal año porque ese suceso lo recuerda que estuvo entre tales otros.

Esto es difícil. Muy difícil. Sobre todo en planes de mierda que se preocupan más de hacer creer a los niños que su entorno natural es esa maraña de instituciones artificiales que en realidad sólo quieren utilizarle como mano de obra barata, o de hacerle creer que el mundo de verdad empieza a contar con la Revolución Francesa, o con la Constitución, o con el Estatuto de su pueblo. O que la lucha por la identidad y salvaguarda del modo de vida de sus antepasados son un amasijo de fechas y nombres sin trasfondo.

En fin, que cada día estoy más convencido de que el problema no es cómo se trabaje en los colegios, sino la existencia de colegios.

En la sala de espera

Pasaba por un hospital esta mañana (no, no me pasa nada) y en una sala de espera de una zona de pruebas varias sonaba un hilo musical que en ese momento invitaba a la depresión. Busqué las caras de los presentes y casi sin darme cuenta me salieron estos versos. Ya, dan para lo que dan. Si quieren ustedes poesía de verdad visiten a Enrique, aquí lo que vengo es simplemente a poner rima y sonrisa (y si puedo, música) a lo que adivinaba en aquellas caras:

Preludio triste en la sala
de espera del Hospital
ese ritmo casi lúgubre
de su hilo musical.

Deje usted el vino, buen hombre,
el tabaco y buen yantar,
las mujeres ni mirarlas
y al gimnasio sin tardar.

Mire doctor, no se ofenda,
pero pa vivir así
no me compensa el esfuerzo,
es mejor morir feliz

y no con la sangre limpia,
afinado el corazón,
la grasa controladita
pero aburrido y tristón.

Lubricante

En los últimos días horas no han dejado de repetir los medios la noticia de que el Excmo. e Ilmo. Ayuntamiento de Sevilla ha comprado 7.000 monodosis de lubricante anal y vaginal para repartirlo entre alumnos de instituto, niños de 11 años en adelante. Me gustaría hacer, al respecto, tres apuntes:

El primero es también el primero que me brota, el de la reacción humana a la noticia. Reacción que muchos comentaristas públicos tienen pero callan por temor incluso a una acción penal en su contra. Esto (no el hecho concreto del lubricante, que casi es anécdota, sino los programas absolutamente repugnantes en que se encuadran) son pura y simplemente corrupción de menores, y sus responsables unos degenerados y depravados. Y como tienen al régimen y a la administración de justicia (en minúscula) de su parte, pues lo que nos brota es la necesidad de dejar paso a la Justicia (con mayúscula) que cualquier padre decente y sensato aplicaría a un depravado que urdiera un cuidadoso plan de corrupción hacia sus hijos menores (repito, de 11 años): Si el actor del acoso corruptor (director del instituto, profesor, monitor, director general de algo, alcalde, etc.) es varón, emasculándole y lanzando sus genitales al Guadalquivir. Si es mujer… bueno, si es mujer busquen la equivalencia, que no me apetece escribirla. Y no, no hablo de manera retórica: Es lo que yo haría y es lo que animo públicamente a hacer a los padres afectados.

El segundo es el de la indignación de los voceros interesados, a los que el hecho en sí le importa un carajo, salvo si sirve a sus bastardos intereses de bandería. Así, los medios peperos, entre ellos esos en los que los obispos pierden millones de euros para defender a un partido abortista y aberrosexualista, señalan como punto fundamental el gasto de dinero público del alcalde socialista en la cuestión. Y para ellos es fundamental porque siguen su escala de valores, que aunque sus dueños vayan con sotana y solideo o algunos de sus voceros presuman de militancia seglar, es un modelo de perro hereje calvinista, que es lo que admiran y proponen. Eso sí, señalan ese gasto dejando ahí al fondo, como cosa secundaria, que su antecesor pepero destinó el triple de pasta en la última edición de los «talleres» de acoso y corrupción de menores. Ah, oh.

El tercero sería que lo de que lo haga el muy devoto salesiano Juan Espadas, actual alcalde socialista, o el muy cínico y mentiroso Albondiguilla Zoido, anterior alcalde pepero, es lo de menos. Esto no viene del ayuntamiento ni de los distritos ni de la diputación… Esto viene de arriba. De mucho más arriba. De entidades no votadas ni elegidas por nadie pero que son las que en verdad gobiernan y deciden nuestra vida y futuro. Si mañana el ayuntamiento de Sevilla (o de Villaconejos del Monte) retira esos talleres de corrupción de menores vendrían desde el Consejo de Europa o desde la mayor organización criminal de la Historia de la Humanidad, llamada ONU, un aviso de posibles represalias y la orden de restaurar el orden impuesto a la mayor brevedad. Nadie lo dude. No es el PP. No es el PSOE. No es IU, Podemos, Ciudadanos ni sus respectivas madres o desconocidos padres. Es el régimen. Es el liberalismo. Es el Nuevo Orden Mundial. Es la democracia, que se sintetiza y basa en la corrupción. Empezando por la de menores.

Como apunte a todo lo dicho, una reflexión adicional: En el fondo hay que dar las gracias por el hecho concreto, aunque la manera de llevarlo a cabo no haya sido la correcta. El error ha sido limitarlo a los menores. Pero que el régimen, que el Nuevo Orden Mundial, que la democracia nos facilite lubricante anal en el fondo es casi de agradecer. Porque para convivir con ella, nos hará falta.

Rebeca

Ayer, haciendo deberes con Gonzalete (1º de primaria), me encontré con esta página de su libro:

En Navidad hará dos años que Rebeca, su amiguita del cole, se trasladó con su familia a vivir a Madrid. Entonces derramamos algunas lágrimas juntos. Quizá yo más que él. El verano siguiente se vieron apenas un par de horas, mientras tomamos un café con sus padres aprovechando la vuelta del campamento. Y ya no se han visto más.

No es que la siga recordando. Es que la tiene siempre presente en todo lo que hace, e incluso en sus planes de futuro. Y yo me quedo pensando, sin saber si me puede la ternura o la melancolía. Supongo que él todavía cree que posibilidades, incluso más de una, de vivir la vida que queremos. Y que lo que no sale según los planes ya se arreglará. Así que le sonrío y le beso. Y me arrimo, para contagiarme.

12 de Octubre

Matar de hambre y sed

Más de una vez he dicho que las noticias o la información por sí mismas no sirven para formarse un juicio y que para valorarlas en profundidad hay que verlas en su contexto, con sus matices y por comparación.

El asunto de la retirada de la alimentación a la niña de 12 años ingresada en Santiago de Compostela es algo que me desgarra el alma, y sobre lo que creo no haber dicho nada en ningún foro. Es evidente cuál es mi postura: Soy radicalmente contrario al encarnizamiento terapéutico para mantener a alguien con vida de manera artificial y radicalmente defensor de alimentar a quien no puede valerse por sí mismo. A esa niña lo que le van a negar es lo segundo, no lo primero. Mi posición está clara. La de el 95% de gente a la que he leído u oído al respecto no, puesto que no son siquiera capaces de distinguir asuntos tan claros.

Primer matiz del asunto: El 95% de los opinadores al respecto no tiene capacidad de juicio o lo que es peor, mienten para que el oyente no la tenga.

Segundo matiz: El hacer lucha política de asunto tan triste. Particularmente patético que una de las bandas mafiosa se erija en garante de que esos padres puedan matar de hambre y sed a su hija cuando es la otra banda mafiosa la que hace la ley que lo permite y dispone al equipo de ejecutores.

Tercer matiz: Miríadas de doctos en la materia que se pronuncian sobre el asunto sin que NI UNO, NI UNO SÓLO, haya sido capaz de decirnos qué enfermedad tiene la niña. «Enfermedad degenerativa irreversible», dicen. Nada más. Ni que conduzca a la muerte, ni que afecte a tal o cual órgano… Nada. Nadie tiene ni puñetera idea. Pero eso nunca ha sido óbice para exponer tajantemente lo que nuestro sistema público DEBE hacer.

Como decía al principio, siendo un asunto en el que tengo tan clara mi visión, no he entrado en discusiones porque, de verdad, me duele hacerlo y que se utilice una conversación sobre matar de hambre y sed a una hija como bandera política. Pero esos asuntos de los que hablo me van pidiendo paso, me revelan y rebelan.

Aún así las cosas se amontonan y atropellan y sigo al margen. Hasta que llega otro matiz (hay más, pero por nombrar sólo algunos).

Cuarto matiz: Los mismos foros que almibaran el hecho terrible de la inanición de Andrea, al volver la página, se ponen sus pinturas de guerra para clamar venganza junto a una panda de gilipollas manifestados por la muerte de un perro sacrificado por riesgo de propagar una grave enfermedad. Foros mayoritarios. A derecha e izquierda. Arriba y abajo.

Es entonces cuando el vaso rebosa, las tripas se me revuelven, las lágrimas se me asoman y sólo pienso en el justo castigo que merece esta sociedad. O mejor, intento pensar, definirlo. Sin mucho éxito, porque la lluvia de fuego, el nápalm y las siete plagas, todo combinado, me parecen poco. Demasiado poco.