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Hispania Gothorum

Hoy es 6 de mayo, y será muy difícil que alguien, en un medio sistémico o en una institución dizque educativa le recuerde que hoy conmemoramos una efeméride trascendental para la historia de España. Tal día como hoy en el año 589, en el III Concilio de Toledo se convertía oficialmente al catolicismo el Rey Recaredo, y con él lo hacía la nobleza y el propio reino, la estructura de poder del estado. Esto suponía que la élite política y militar goda abrazaba la religión del pueblo hispanorromano.

Este paso, fundamental, debe además verse en una secuencia que le da todavía más fuerza: Antes de él, el sometimiento por parte del rey Leovigildo (padre de Recaredo) de los últimos coletazos de rebeldía de los suevos de Galicia (ya mucho antes se había aniquilado a los alanos y se había forzado a los vándalos a saltar de la Bética al norte de África [1]) así como de cántabros y vascones en sus respectivas tierras; y sus victorias también sobre Bizancio en la franja sur de la península [2] darán la práctica unidad territorial de lo que desde siglos antes se llamó Hispania o Spania, y aún así muchos negarán que sea España.

No será la unidad territorial conseguida por las armas el mayor legado que Leovigildo haga a la unidad del reino, sino su decreto permitiendo los matrimonios mixtos entre godos y «romanos», que iniciará la mezcla de dos comunidades hasta entonces cohabitantes pero estancas:

Saludablemente reflexionando por lo aquí expuesto como mejor, con la remoción de la orden de la vieja ley, sancionamos con esta presente ley de validez perpetua: que tanto si un godo una romana, como también un romano una goda, quisiera tener por esposa -dignísima por su previa petición de mano-, exista para ellos la capacidad de contraer nupcias, y esté permitido a un hombre libre tomar por esposa a la mujer libre que quiera, en honesta unión, tras informar bien de su decisión, y con el acompañamiento acostumbrado del consenso del linaje.

Justo es decir también que Leovigildo fracasará en su intento de unificación religiosa, ya que la quiso hacer al revés, imponiendo la herejía arriana al pueblo católico. Esto llevará a un grave enfrentamiento que costará la vida al primogénito del rey, convertido al catolicismo, y que el mundo conoce como San Hermenegildo.

Si a alguien no le basta la unificación de sangre y la unificación religiosa, años después, durante el reinado de Recesvinto, se promulgará el «Liber Iudiciorum», un cuerpo jurídico y legal único para todo el reino que no distingue entre godos y romanos, pues todos son una misma comunidad.

Como unión de todo ello, fundamental es la figura de San Isidoro de Sevilla, Doctor de la Iglesia, que es sin duda la figura intelectual y filosófica más importante de la época. Y que tenía muy claro que aquí había algo concreto y definido:

Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa de todas las tierras que se extienden desde el Occidente hasta la India. Tú, por derecho, eres ahora la reina de todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el ocaso, sino también el Oriente. Tú eres el honor y el ornamento del orbe y la más ilustre porción de la tierra, en la cual grandemente se goza y espléndidamente florece la gloriosa fecundidad de la nación goda.

Pero hay quien dice que no se puede hablar de España ni de nación hasta 1.300 años después. Pues vale.

Hace unos días compartía en redes sociales una reflexión sobre la desaparición de la España Goda, de la Hispania Gothorum, de la asignatura de Historia. Hemos pasado de criticar que a nuestros padres les obligaran a aprenderse la lista de los Reyes Godos (por cierto, yo la aprendí -y toda mi clase- por empeño personal de mi profesor, y es algo que sigo agradeciendo a D. José Haldón) a borrar totalmente de la historia todo ese periodo. Y como decía entonces, no creo que sea casual. El reino godo supone un fenómeno que se produce en muy pocos lugares del mundo, que propicia la continuidad (con sus dificultades, es cierto) de una comunidad relativamente unida, identificable y definida (no diré nación ni mucho menos estado) desde el mundo clásico hasta la Edad Media (y no me cansaré de insitir: nuestra GLORIOSA Edad Media) que se proyectará hacia le edad moderna y nuestros días con un proyecto milenario más que asumido y asentado.

El discurso dominante, con gilipollas en los gobiernos y en las tribunas, nos habla del enfrentamiento entre Al Andalus y unos reinos cristianos del norte, como si ambas comunidades aparecieran ahí de la nada, y sitúan la primera comunidad relativamente unida en los Reyes Católicos y los primeros proyectos de nación como tal a principios nada menos que del siglo XIX. Para construir este disparate NECESITAN romper la continuidad de España, y el eslabón elegido es el del reino godo. Celtíberos, Turdetanos, Oretanos, Romanos, Godos… todos ellos son los que dan forma a esa comunidad que desde el siglo III antes de Cristo se va articulando, adoptando el nombre de Hispania y Spania. ¿Cómo vamos a permitir que alguien piense que esa misma comunidad acabe llamándose España? No, hombre… eso es otra cosa.

Sirva esta modesta entrada, escrita un poco a la carrera y sin más profundidad documental que lo que mis lecturas y básica curiosidad me han permitido aprender de una época fundamental en nuestra Historia, que atará en lo civil, en lo religioso y en lo jurídico a una comunidad nacida hace milenios y que la proyectará hacia una gloriosa historia que el liberalismo y el modernismo no pueden digerir y por eso querrán cortar negando para ello sus raíces.

Hispania, donde las basílicas godas levantaban sus arcos de herradura, donde las conducciones de agua romanas abastecían a las ciudades, donde la cultura y filosofía clásica tenían sus mayores maestros. Todo ello mucho antes de que unos salvajes vinieran del norte de África a arrasarlo todo para que la estulticia hoy dominante (y gobernante) nos diga ahora que fueron, esos salvajes, los que lo trajeron todo. Sí, es evidente que nuestros antepasados tuvieron sangre mora. Los míos, muchísima. Concretamente en el filo de sus espadas.

[1] Los vándalos saltaron al norte de África, que era el resto más rico del Imperio Romano, desde el estrecho de Gibraltar. Por eso a esa zona se le llamó «tierra de los vándalos» o «vandalusia», de donde proviene el nombre de Andalucía. Es decir, 300 años antes de la llegada de los moros. Lo siento chicos.

[2] Bizancio dejará Spania hasta bastante después. La Península cuando lo derrote Suintila, y hasta la invasión mora se mantendrá en Ceuta y Baleares.

La casa engalanada

Entre los muchos dones que confío en que Dios ha deparado a Gonzalete no está, como no lo estuvo para mí, el del dibujo. Aún así, las ocasiones en que pinta algo suelen ser gozosas. Esta mañana pidió un puñado de folios para pintar. Su madre le dio los que estaban impresos por una cara y que no servían, y cuidadosamente reprodujo las figuras que pueden ver. Cada una en una hoja. Dos hojas por habitación.

Con ellas y un rollo de fixo recorrió la casa pegando en las puertas de los armarios ambas imágenes. Después ,me ha cogido de la mano y me ha llevado (con los ojos cerrados, clon, pum, ay) a verlas. «Mira qué sorpresa, papi», me dice.

Precisamente ayer, en silencio y sin confiárselo a nadie, pensaba yo en la cantidad de sitio que quedaba para que Gonzalete colgara sus ocasionales regalos dibujados. Soy muy partidario de colgar esos títulos en las paredes de mi casa. Debe ser porque otros no tengo, ni ganas. Es posible. El caso es que le agradecía el gesto, intentando entender el motivo de los dibujos y su repetición.

Entonces, me dijo «son los adornos por el Domingo de Resurrección. ¿Lo ves? El Señor Resucitado, reluciente, y aquí la Virgen, mira cómo sonríe, de contenta que está». Y ahí me quedé, con la boca abierta, sonriendo tanto como los dibujos y besando la cabecita de Gonzalete.

Dijimos que esta noche retiraríamos los adornos. Pero él ya duerme y ahí siguen. ¿A que son bonitos y merecen mantenerse al menos toda la Pascua?

Feliz Pascua de Resurrección.

No t’arrime a la democracia que te vá llená de cá

De la sesión fui escribiendo, a vuela pluma, en redes sociales (tw y g+). A veces, muchas veces, más de cuatro veces, se me quedan las ganas de explayarme allí, y otras de haberle callado para traer aquí una reflexión mayor.

Un apunte tenía en la cabeza esta mañana, y me sirve para alimentar este rincón:

Me dice mucho el enfado de la bancada socialista cuando el iluminado Iglesias señala la evidencia de las manchas de cal (y no por arrimarse a la paré) de Felipe. Es lógico que pataleen cuando señalan a su tótem, claro, al padrecito González ni tocarlo, oiga. Pero es la misma bancada que calla, cuando no asiente o sonríe, ante los recuerdos y homenajes a asesinos que empezando por el iluminado y siguiendo por toda la izquierda, fueron soltando en la misma tribuna los sucesivos oradores.

Claro. Porque esperan el mismo aplauso a todos los criminales, que al fin y al cabo todos lo hicieron por lo mismo, por la democracia. Que unos acabaran juzgados y condenados y otros millonarios y fumando puros en yate son detalles, pero son los detalles que joden al iluminado.

A la derecha, ojo, tampoco hubo ningún gesto ante el homenaje a los asesinos. Que tan padres de la democracia son para los ladrones socialistas como para los ladrones populares como para esos que dicen que han crecido en democracia.

Rimando la madrugada

Los lunes por la mañana no suelo estar p’aná. Pero ese descaro mirándome bostezar me ha puesto flamenco, mira.

De madrugar no me alivia
la trabajera
Ni el darme los buenos días
la luna llena.

El locutor, ETA, democracia y podemismo

Decía esta mañana el locutor de ustedes Herrera Carlos en su programa, al hilo del caso de los titiriteros y las referencias a ETA por parte de ellos y de sus defensores, que estamos «a diez minutos de que Ada Colau y toda esta basura ideológica» -refiriéndose  al podemismo en general- «califique a ETA como un instrumento útil para la democracia».

Pues mire usted, Herrera… no le faltaría razón. Ninguna razón. Porque ya es hora de decir, y usted que fue objetivo de esa banda sería un buen altavoz, que ETA no sólo fue un instrumento útil, sino fundamental ¡FUN-DA-MEN-TAL! en la instauración de eso que dicen democracia.

Otra cosa es que después, una parte de la banda no se contentara con el botín conseguido y repartido por las fuerzas «democráticas» y decidiera seguir atacando a partir de entonces a los que durante muchos años fueron sus compañeros de viaje. ¿O no eran miembros de ETA, una banda asesina y criminal, los polimilis que acabaron no en Bildu, no en movimientos independentistas antisistema, sino en el mismo Partido Socialista? ¿Es que nadie recuerda la intervención de Nicolás Redondo (Urbieta, el padre de su contertulio) como líder sindical en el homenaje a una víctima de ETA, sindicalista y socialista, que en alta voz se indignaba con los asesinos porque esa víctima era distinta, porque era «de los nuestros» y eso ya no vale, validando implícitamente las víctimas anteriores?

ETA fue un instrumento útil para la instauración de la democracia. Tanto como las otras patas del banco.

Como los servicios secretos muy democráticos y occidentales que participaron en el asesinato del Presidente Carrero Blanco (al que la democracia en nuestra ciudad le quita la calle en un acto tan repugnante como coherente).

O como los demócratas de bien que se reunían con los asesinos para organizar el pastel que habría de venir, y que luego se repartieron a uno y otro lado del panorama político.

O como el gran luchador por la democracia, el sanguinario criminal Santiago Carrillo, que no mucho antes de morir decía en sus colaboraciones radiofónicas que qué era eso de hablar de ETA como terrorista en el franquismo, que eso era lucha armada y que él la entendía.

¿O como algún campechano caballero que participó en todo el diseño quedando lleno de orgullo y satisfacción con TODO con tal de que su familia fuera respetada y bien pagada?

ETA no sólo fue útil en la instauración de la democracia. ETA es tan padre del régimen del 78 como todos esos que cuidadosamente lo diseñaron como lo que efectivamente ha sido: Un plan completo de desintegración de España y de expolio de todo lo que de valor pudiera contener. La única diferencia en esto es que en lugar de dedicarse a enriquecerse sobre la sangre derramada antes del 78, ellos prefirieron seguir chapoteando porque no estaban conformes con su parte del botín.

Eso es el régimen del 78. Eso es vuestra democracia. Hija de ETA y de otros muchos padres. Como suelen ser estas cosas.

Titiriteros, apología y kultura

Creo sinceramente que la derecha, como siempre, está disimulando, y sus engañados seguidores le jalean, errando el tiro con sus complejos y sus tecnicismos.

Yo no sé si es apología o enaltecimiento el detalle de la pancartita titiritera. Pero es que me da exactamente igual. Lo que está claro que es es un desprecio y ataque a la infancia con los contenidos de la «obra». Un intento claro de corrupción. Que es a lo que van. Y eso la derecha, claro está, no lo denuncia. Porque en eso está plenamente de acuerdo. Al fin y al cabo son sus medios los primeros interesados en pervertir a la juventud y a la sociedad para convertirla en una masa cretina y dócil.

El problema no es infringir la ley o bordearla. Es subvertir la cultura e impregnar con ella las mentes moldeables de la infancia. Y eso, insisto, no se arregla con denuncias. Se arregla con padres ejerciendo como tales en el momento. A meno abierta o puño cerrado. Con titiriteros piojosos y con engominados y elegantes manipuladores «de orden». Con programaciones municipales y con degeneraciones escolares. Con muñecos de cartón piedra y con putones de disneychanel.

Movilidad

«Hay un problema de movilidad geográfica y de competitividad», repiten una y otra vez en sus micrófonos. Y gente de bien acaba comprando la mercancía. Y te dicen que si tienes que irte y si tienes que ajustar tus pretensiones habrá que hacerlo, porque son los nuevos tiempos.

Toda la vida hubo que moverse. Ir allí donde florecía la oportunidad. Nuestra sangre extendida por medio mundo así lo muestra. Pero una cosa era ir donde había oportunidad porque eso era lo que convenía a la persona y otra esto, que es mover al personal donde más le convenga a Shylock y con un fin añadido evidente para todo el que quiera ver la realidad y no comprar mercancía caducada. «Movamos al personal, arranquémosles de su tierra, de sus raíces, de sus ancestros. Hagamos que se adapten a nuestro multinacional molde. Y luego, cuando estén perdidos y acabados, vayamos cobrando libras de carne.»

No. Ahí no iré. No me da la gana.

Arriba en la montaña

Cansado de mirar por la falsa ventana del monitor, miro por la verdadera, que me presenta un cielo gris que acorta el horizonte. Tras la ventana falsa las opiniones bullen sobre qué es lo que más conviene, si la maldad de unos o la idiotez de otros.

La ventana verdadera, en cambio, me quiere mostrar lo que de verdad conviene. Pero el cielo gris y la distancia lo ocultan. Tiempos recios vienen, más de lo que hemos imaginado. Y no será culpa del malo ni del tonto. O no será toda la culpa, que como marionetas que son claro que parte tienen.

No encuentro la manera de llegar a ese horizonte oculto. La voz de Mauricio Aznar viene con el cielo gris a recordarme lo que ya sé, la respuesta a las dudas. Y el ánimo se me revuelve porque no encuentro la manera, o quizá el valor. Y el cantor me insiste: «el cauce del olvido se estancó en la ciudad».

Si nos quedamos aquí seremos esclavos.

Es la Revolución, estúpido

En los últimos días o semanas se ha hablado y escrito mucho alrededor de la estética estrafalaria de la Cabalgata de Reyes de Madrid, del esperpento de las tres espantosas brujas de Valencia y de aquelarres similares en distintos puntos de España. No falta quien señala que es una revolución cultural que pretende arrancar todo vestigio de nuestras raíces cristianas y romper así con el origen de nuestra civilización.

No seré yo quien defienda los esperpentos señalados al principio, por supuesto. Pero desde luego tampoco seré yo quien diga que es este punto el de ruptura con nuestras raíces cristianas o con el origen de nuestra civilización. No es con el traje de Melchor o el turbante de Baltasar con el que se ataca la Tradición y se quiebran las Raíces de nuestra Historia. Ni mucho menos.

Los mismos, o al menos la inmensa mayoría de ellos, que se indignan por la manipulación podemita de celebraciones populares (reconvertidas en «ciudadanas») del tiempo de Navidad seguro que se consideran a sí mismos ejemplares demócratas y paladines de la libertad occidental. Dudo que ni el 3% de ellos hayan alzado la voz cuando a sus hijos en el cole les hayan explicado que el origen de nuestra civilización y nuestras libertades se sitúa a finales del siglo XVIII en Francia, o que los principios básicos de nuestra dignidad son los llamados Derechos Humanos proclamados en un aquelarre de Nueva York.

Y es ahí, en esos sucesos que esa «gente de orden» hoy aplaude como origen y fuente de la libertad, donde esas raíces cristianas, y aún más digo, nuestra libertad occidental, fueron machacados. De esos sucesos que trajeron cosas como la Constitución Civil del Clero, por lo que los curas (o al menos aquellos despreciables que aceptaron su condición de juramentados) pasaron a ser funcionarios del Estado y su actividad pastoral sometida a los dictámenes de la autoridad. Es ese grano purulento de la Historia el que proclama la necesidad -siempre por nuestro bien, como ahora- de romper con la Tradición y extirpar, de grado o por la fuerza, cualquier vinculación de la vida civil con la religiosa. Es esa infección la que muta a las personas libres en ciudadanos sometidos a la nueva religión liberal, esa que no admite misericordia ni perdón. Esa que no se proclama por el mundo sino que se impone a sangre y fuego. Y la evolución lógica de ese proceso tiene que incluir la desaparición de Belenes o Reyes Magos.

La primera y gran dentellada viene de dos siglos (largos) antes, con la ruptura herética. Pero el golpe final se da ahí, en la Revolución Francesa, donde se ataca a toda nuestra raíz cristiana, a toda nuestra Tradición como Civilización, a todo lo que el esfuerzo de siglos construyó y que se llamó La Cristiandad, que es algo mucho más grande y glorioso que eso que llaman Europa.

Que uno de los bandos herederos de aquella peste prefiera mantener una aparente continuidad permitiendo curas y conferencias episcopales juramentadas, o imágenes que cada vez más pertenecen al floclore popular con prácticamente ningún trasfondo trascendente frente a otro de los bandos que prefieren ser más consecuentes y honestos (malvados, sí, pero de frente) y derribar ya los últimos vestigios de una civilización vencida puede ser objeto de un debate entretenido, pero no fundamental.

No es el marxismo, el progresismo, el podemismo o el coletismo el enemigo de nuestras raíces, de nuestra Tradición, de nuestra Historia. Es sólo el hijo natural del verdadero enemigo: El liberalismo, cuyos descendientes tienen hoy apariencias distintas para mantener la ilusión de que hay distintas opciones en liza, diferentes posibles bandas a elegir. Pero lleven coleta o raya al lado, camisilla de Alcampo o traje de Armani, bombín y puro o boina y estrella, provengan de tarima o de registro, son ellos. Son el mismo enemigo. Son la Revolución, estúpido.

No quiero ir al cole

A Gonzalete, a diferencia (radical) de su padre, le encanta ir al cole. Hace algunas semanas, después de pasarse la noche tosiendo, cuando despertó y descubrió que le habíamos dejado en la cama se puso a llorar pidiendo que lo lleváramos al cole. Y lo tuve que llevar a la hora del recreo. Lo mejor es que le gusta no por los amigos, no por los juegos del recreo, no por lo que le gusta a otros niños… sino porque le gusta aprender. Porque por la combinación que ha tenido se ha encontrado con dos señoritas (la de infantil primero, y ahora la de primaria) que tienen la varita mágica de los grandes maestros: la de despertar en los niños las ganas de aprender, frente a los empleados de la enseñanza que dictan a los niños qué estudiar. Por eso anoche sonaba extraño escucharle, con el gesto torcido y medio puchero asomando, decir «yo mañana no quiero ir al coleeeee, quiero jugaaaaaar».

El día de Reyes lo pasó a salto de mata. Ahora aquí, ahora en casa de unos abuelos, ahora la de los otros, ahora a misa, ahora vuelta a casa… Vamos, lo que suele ser un día de Reyes.

Todos tenemos en la memoria el día de juegos con nuestros regalos, que en realidad solía ser el día 7. Pero por ese afán funcionarial que tienen todas las consejerías educativas de nuestros virreinatos, cada vez hay más empeño en acortar las vacaciones. El tradicional 15 de septiembre se va recortando al 12, al 10, al 7. Y el lunes siguiente a Reyes (salvo cuando la Epifanía caía en fin de semana, lunes o martes) se ha ido acortando al 8 y ahora al 7.

Los niños, al cole. Los padres, a producir. El engranaje, a funcionar. La propia seño de Gonzalete nos lo decía al despedirnos antes de Navidad: Yo prefiero venir a trabajar el 23 ó 24 por la mañana pero que los niños no vuelvan el 7.

Claro, siempre saldrá el tonto útil que a ésto contestará «¿veis como es mejor que venga Papá Noel y así tengan más tiempo?». Y en esa propuesta descubrimos lo que de verdad empuja al empeño del régimen por implantar al gordo colorao. Es una herramienta para, con la excusa del juego de los niños, ir aislando la fiesta de la Epifanía. Y recordemos: El tiempo de Navidad no ha acabado. No acabó ayer. Acaba el domingo siguiente, el próximo día 10, que además de ser nuestro Santo (San Gonzalo de Amarante) es la fiesta del Bautismo del Señor.

Así que, después de consolarle y hacer el paripé de convencerlo anoche (cosa imposible cuando nosotros mismos no estamos nada convencidos), finalmente Gonzalete está en la cama al dar la hora de entrada a clase. Y cuando se levante, podrá jugar con sus juguetes. ¿Le parece a usted bien, señor comisario de educación? Pues ajo y agua.

Después de todo, como decía Scarlett, mañana será otro día.