¿Quién osa decir que los partidos políticos no se ponen de acuerdo en lo importante? ¿Quién que no tienen altura de miras, renuncia cada uno a algo, y caminan juntos hacia objetivos comunes? ¿Quién señala a nuestros excelsos representantes acusándoles de sectarios o cerriles?
¡Qué injusto es el pago que reciben nuestros servidores públicos! ¡Cuánta ignorancia les acecha!
Falso, todo ello. De toda falsedad, que diría el otro. A la hora de la verdad, nuestros queridos políticos saben qué es lo importante y aparcan toda discusión por el acuerdo en lo fundamental. En días pasados, el Parlamento Europeo, esa eminentísima cámara que reúne a los más granado y selecto de nuestros preclaros dirigentes, sometió a votación una propuesta para que los Padres de la SuperPatriaEuropeda se aplicaran a sí mismos algunas medidas de austeridad.
Ya el origen de la medida tiene su miga: El Parlamento Europeo pagaba a sus miembros el billete de avión sin comprobación del gasto real realizado, por lo que algunos de nuestros eminentes representantes decían que iban en primera, cobraban como tal, se sacaban el billete en turista y se quedaban con la diferencia. Se decidió entonces -¡oh, qué exhaustivo control!- que los billetes se pagarían a la presentación de la factura en la que se comprobara el gasto real. ¿Qué ocurrió? Pues lo que tenía que ocurrir: Que los chicos que viajaban en turista para quedarse con la diferencia, empezaron a viajar en primera.
Viene entonces la propuesta de que por regla general (aunque no siempre), los billetes se saquen en clase económica. Y claro, se somete a votación. El resultado, lo dicho. Consenso, acuerdo, altura de miras, aparcamiento de las diferencias: En primera, y que paguen los tontos de siempre. De los españoles, justo es nombrarlos, sólo cuatro votaron a favor del recorte. Todos catalanes: La popular Rosa Estarás, el convergente Ramon Tremosa, el representante de Iniciativa Per Catalunya-Verds, Raúl Romeva, y el de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras. Izaskun Bilbao, del PNV, y María Badía, del PSOE, se abstuvieron. El resto rechazó la moción.
Don Jaime Mayor, pepero, ese que ejerce de Pepito Grillo y que tiene los cojones de llamar a la regeneración de la clase política, jefe de filas de los peperos españoles, votó contra la medida. Don Juan Fernando López, jefe de filas de los sociatas españoles, votó contra la medida. Don Francisco Sosa, cabeza de lista de la muy regeneradora UPyD, votó contra la medida. Doña Eider Gardiazabal, sociata y nieta del histórico sociata Ramón Rubial, votó contra la medida. Señalo a Doña Eider porque une este proceder a su aparición, hace unos días, en un reportaje realizado por una eurodiputada británica en el que se le veía acudir el viernes al Parlamento, picar para así cobrar su dieta (sí, además de sus sueldos, les pagan aparte si algún día van a trabajar) y con la buchaca llena, dar media vuelta y pirarse al aeropuerto.
La reacción en las redes sociales parece haber sido rápida y contundente. Alguno ya está poniendo excusas y demás. Doña Elena Valenciano, pedazo de estadista donde las haya, dice que se opusieron por un defecto en el planteamiento. Ya.
No basta con el Twitter. Cada día se hace más y más necesaria la acción directa. Esta gente no puede salir a la calle sin que les exijamos responsabilidades y sin que se les diga a la cara, y mejor con la mano abierta, lo que en realidad son.
Mientras tanto, sigan algunos discutiendo a cual de estos ladrones le dejamos las llaves de nuestra casa y el pin de nuestra tarjeta. Al final, posiblemente tenemos lo que merecemos.
Disfruten lo votado.