Skip to content

Consejos de vida sana

Extracto que hago de un correo que me ha llegado sobre hábitos de vida saludable:

Si andar mucho fuera saludable, los carteros serían inmortales. Las ballenas se pasan nadando todo el día, solo comen pescado y solo beben agua. Sin embargo están gordas. Las liebres corren, saltan y no paran, pero no pasan de 15 años de vida. La tortugas no corren y no hacen nada, pero viven 450 años.

Leire, la socialdemócrata

La compañera Pajín, emocionada como siempre que sale el tema de su líder interplanetario Obama, con su habitual profundidad profunda de las mismísimas profundidades, y entrando en éxtasis, exclamaba: «Es un motivo de satisfacción que un pilar fundamental para las políticas socialdemócratas, como es garantizar que todos los ciudadanos, con independencia de su renta, tengan derecho a una sanidad pública y no tengan que depender de un seguro, empiece a ser una realidad a partir de ahora en Estados Unidos».

Independientemente de que Leire no se haya enterado del tema sobre el que habla -cosa que no nos va a sorprender a estas alturas, ¿no?- dado que la reforma de Obama precisamente lo que hace es que se tenga que depender obligatoriamente de un seguro médico PRIVADO, es delicioso ver a esta miembra -a la que por cierto quiero felicitar por sus progresos como personaje público, ya que de un tiempo a esta parte, a diferencia de ocasiones pasadas, casi siempre parece haberse lavado- hablar de pilares socialdemócratas como la sanidad pública.

A esta tipa alguien le explica lo del Seguro de Enfermedad, José Antonio Girón de Velasco y 1942 y vamos, es que se le juntan los dientes y se le pone cara de ser humano en lugar de la de ser vivo que tiene.

Ayyyyy, Leire, Leire… que cada vez que hablas despejas más dudas

Un simple recurso

Eso fue para vosotros, ¿verdad? Nada más que un recurso, un simple recurso, un puto recurso. Un apunte perdido en un balance de gastos. Nada más que eso, hijos de puta, nada más.

Hubo un día en que, siendo una pequeña empresa familiar, el objetivo era tirar para adelante, todos juntos, con rachas mejores y peores. Se trataba de mantener el chiringuito, de manera conjunta, con números globales, y mañana tu parte funcionará mejor que la mía, y la semana que viene al revés. Pero ahora no. Ahora llegaron los soplanabos de corbatas floreadas y las soplonabas de broches brillantes, con aires de supergestores de multinacional de los cojones a puntear dato a dato, optimizar lo llaman los muy cabrones. Y tienen el cuajo de hablar de balances brillantes, de millones de beneficios. Y ahí, en esa unidad de negocio perdida, detectan un verso suelto, un flanco fácil, una presa para su sed de sangre humana. Nada importa su situación familiar, su edad, las necesidades familiares sólo cubiertas por su sueldo. Una mala racha, un flaqueo del mercado en su especialidad y ¡zas! Optimización, lo llaman, los muy cabrones. Maldita sea. Hijos de puta, les llamo yo.

Y ahora te veo, amigo, rumiando tu preocupación, oteando el horizonte con angustia, sin saber qué te deparará el plazo medio y teniendo que aguantar el tirón porque en tu casa ya había bastantes problemas sin necesidad de éste.

Pero los demás, aquí estamos, unos pasándolo peor, otros indiferentes -eso aparentan, creo y espero que sólo por fuera- pero todos, al final, volviendo aquí, cada mañana, aunque la próxima ya no estés, porque cada burro a su pesebre, Virgencita que me quede como estoy. En lugar de mandar todo a tomar por culo, pegarle fuego a la oficina e irnos a buscarnos la vida contigo. Porque tras el arranque de furia y dignidad nos vence, ay, nuestro miedo. Malditos seamos.

Sin saber qué decirte que te sirva de algo, te miro y sólo acierto a formular un «Confía, Dios proveerá». Y aunque en estos momentos te parezca una excusa, un decirte algo por cumplir, créeme: Confía, Dios proveerá.

Los hombres no. Los hombres, malditos sean, sólo optimizarán. Sólo espero que el día que me optimicen a mí tengan los cojones -y  ovarios- de venir a decírmelo a la cara, cosa que no han hecho contigo, dejando el muerto a un tercero. Porque los hijos de puta lo son para todo.

Dios te bendiga y te guarde, amigo. Y te provea.

La Reina Maga

Hay veces que uno se cansa de escribir cosas poniendo a parir a los políticos. En el Ayuntamiento de Sevilla hay una piara de ellos que dan para mucho, y se puede decir casi de todo de ellos con el único problema de que seguramente nos quedemos cortos. Ayer leía una noticia en el Diario de Sevilla que sirve magníficamente para retratar la miseria de esta chusma, personalizados en uno de los ejemplares más penosos: Maribel Montaño, portavoz del Gobierno Municipal y una de las gilideólogas de todo el ridículo tinglado de igual-dá del partido socialista. Su estupidez al poner las condiciones que pone y su ruindad al pedir luego el dinero le retratan sólo con contar los hechos. Ahí se los dejo, copiados sin poner ni quitar nada:

Los gastos de una ‘reina Gaspar’ frustrada

Maribel Montaño exige el pago de 1.999 euros por los gastos de vestuario a la entidad que organiza la Cabalgata de Carmona pese a que renunció a salir porque quería hacerlo sin barba y con falda de vuelo.

Maribel Montaño en estado puro. La portavoz del gobierno local no ha logrado apagar todavía los rescoldos que ella misma avivó el pasado año cuando anunció en varias entrevistas que tendría el honor de ser la primera «reina Gaspar» de la Cabalgata de Reyes de Carmona, y que lo haría «por supuesto sin barba» y con un «vestido entallado y con falda de vuelo». Esta advertencia, que la delegada no electa del Ayuntamiento de Sevilla enmarcó en la defensa de los valores de la igualdad y en los derechos de la mujer, desembocó en un desencuentro con miembros de la asociación que organiza la cabalgata, asociación Peña La Giraldilla, y derivó en un debate ciudadano al que Montaño puso fin con una renuncia por escrito un mes antes del evento.

La edil refirió argumentos políticos y de ideología para renunciar al honor, pero también la mencionada cuestión estética: «Varios miembros de la junta directiva me habéis trasladado vuestro malestar porque he tomado la decisión de no llevar barba en mi papel de Gaspar. Pensé que había dejado clara esta condición, que os comuniqué desde el primer momento y que considero importante».

Pues bien, cuatro meses después, la polémica está servida nuevamente con la carta que el presidente de la Peña La Giraldilla ha remitido a los más de 500 socios de Carmona en la que les da traslado de que la portavoz del gobierno local de Sevilla ha presentado en la asociación facturas por valor de 1.999,64 euros en concepto de compra de telas y de la confección de una costurera del vestuario de la Cabalgata cuyo reembolso ahora reclama. Juan Ramón Talavera, presidente de la Peña La Giraldilla, aduce en su escrito que la propia Montaño señalaba que una subvención de 2.000 euros aportada por La Caixa que ella dijo que había ayudado a obtener estaba reservada para tal fin -cubrir los gastos de vestuario-, algo que la peña contrastó posteriormente con la Obra Social de la Caixa, entidad que indicó que los fondos eran para la Cabalgata de Reyes Magos, sin más especificaciones. Esos 2.000 euros fueron empleados en la compra de regalos repartidos en centros asistenciales de ancianos y niños.

Pero hay más. Talavera denuncia que tanto él como otros miembros de la junta directiva de la peña han recibido «reiteradas llamadas de doña Maribel presionando» en las que les «avisaba de las posibles repercusiones que tendría no pagar las facturas», e incluso que se presentó en el domicilio particular del presidente acompañada por su marido «para conseguir su objetivo».

En el escrito de explicación de los hecho a los socios, el presidente indica que «nunca desviaremos fondos de una subvención para sufragar gastos privados y propios por su participación en la cabalgata», y traslada las supuestas amenazas de Maribel Montaño referidas a «las puertas que estáis cerrando en un futuro».

Fuentes de la asociación confirmaron ayer estos hechos y aclararon que los Reyes Magos elegidos durante los últimos 50 años se habían costeado de su bolsillo tanto la indumentaria personal como la de su cortejo (unos 50 acompañantes), además de los caramelos y regalos que lanzaban en el recorrido. Además, precisaron que la ropa cuyo pago reclama Montaño ni ha sido usada por el cortejo ni éste dispone de ella. «La tendrá doña Maribel en su casa junto con el que se puso en el Festival de Cine de Sevilla y que dice que le costó 99 euros en El Corte Inglés», indicaron con sorna.

Ley mortal e indigna

Me pilló con el paso un poco cambiado, la verdad, el anuncio de la aprobación por unanimidad en el Parlamento Autónomo Andaluz (que es una de las macroguarderías dónde las meretrices dejan a sus hijos cuando acuden a trabajar dándole a la bisectriz, que diría Pérez-Reverte) la «ley de muerte digna».

No voy a entrar en disquisiciones profundas, sólo quiero dejar dos ideas muy rápidas al respecto:

Primera: El que se hagan leyes que «ayuden a morir» a la gente (también «ayudaba a morir» Jack el destripador, que lo hagan funcionario) lo pueden vestir como quieran, pero tengo clarísimo que tiene una única motivación:

¿Se permite «ayudar a morir» a un joven sano y productivo que, porque le dá el Siroco así ese día, quiere que lo seden hasta doblar la servilleta? No. ¿Por qué? PORQUE PRODUCE. Y los viejos NO. Los viejos CUESTAN. Punto.

Que se dejen de historias y que lo digan: Les importa un carajo la dignidad o indignidad con que cada uno espiche, pero un leñazo a un jubilata les ahorra un pastón. Cuando reconozcan que ellos miden la «dignidad» por el coste y la productividad, seguimos hablando.

La segunda idea: ¿Por qué a algunos lo único que quieren es que se diga claramente que el personal sanitario podrá acogerse a la Objeción de Conciencia? ¿Si una ley es realmente malvada, todo se salva si yo tengo sustento legal para mirar para otro lado? Desobediencia civil e insumisión. Lo demás son MA-RI-CO-NA-DAS.

Siguiendo al rebaño

Los perros nos llevan del corral a los pastos, de los pastos al corral. De unas generaciones a esta parte, incluso nos dejan decidir qué pastor queremos que nos cierre o abra la cerca según convenga. Bueno, más que decidir, elegir entre los pocos disponibles, pero ya es un logro increíble.

Los perros casi nunca podemos elegirlos. Pero eso sí, de un tiempo a esta parte todos tienen sus vacunas, el chip que los identifica y hasta un localizador gépeese. Que no sé lo qué es pero suena chulo. Ni punto de comparación con los de antes.

¿Y los nuevos corrales?  ¿Qué decir de estas instalaciones ultramodernas y ultradotadas con los últimos avances? Es verdad que a costa de tener menos sitio y de imponer una rutina infranqueable… pero bueno, eso crea hábitos y eso acaba haciendo todo más fácil.

Y mira, mis crías. Qué diferencia con nuestras abuelas. Ellas tenían a las suyas de cualquier manera… y aquí, ¡buah! qué atención, qué cuidados, qué medios. ¿Cómo no voy a ser feliz aquí, si además estas crías mías no tendrán que pasar por lo que pasó mi abuela…? Mira, ahí viene el encargado, seguro que se la lleva a darle los cuidados necesarios.

Fuera aparca un camión. Dos hombres vestidos con mono azul bajan de él y saludan al dueño. Vienen a por los corderos lechales para el matadero. Llegan tarde, porque se cruzaron con unas cabras montesas y casi se salen de la carretera. Las muy ladinas parecían hacerlo adrede, y además cuando se bajaron del camión les dieron un buen susto porque se les arrancaron. Aunque al intentar defenderse salieron corriendo todas y no pudieron pillar a ninguna.

– Gonzalo, ¿me estás escuchando? Te decía que los tiempos han cambiado mucho. Y lo que hay que hacer es amoldarse y seguir con ellos. Venga, que empieza la reunión.

Y triste, asiento. Porque aunque en ese momento echo de menos una barbita y unos cuernos, acabo encaminándome a la cerca, con el resto del rebaño.

Corazón latino

Era la tercera vez que usaba el mismo término. Yo esperé para terciar, hasta que me lo puso a huevo.

– Gonzalo, y tú a qué país de Latinoamérica…
– ¡A Canadá! -corté sin dejarle terminar la frase.
– Joé con las tontería, que no escuchas: LA-TI…
– Sí, sí, te he escuchado: Latinoamérica. Yo iría al Quebec. El Quebec, la zona francófona de Canadá. ¿Por qué me miras así? ¿No sabías que había una zona francófona en Canadá? Joer, pues además hay un movimiento nacionalista que…
– Pero que te estoy hablando de LATINO, LATINO, LATINOAMÉRICA, coñe, y tú me sales con Canadá.
– Ya, si me he enterado, Latinoamérica. Pues eso, el Quebec. Si me hubieras dicho países latinos, sin especificar América, te hubiera dicho que hace tiempo que tengo curiosidad por Croacia, pero…

Me mira con un asomo de desprecio.

– Contigo no se puede hablar en serio -escupe mientras me retira la mirada.

Todavía tendré yo la culpa de su ignorancia. Y de la de tanto becerro.

P.S. Viva la Hispanidad. HIS-PA-NI-DAD. Y todos los países hermanos que la forman.

De conquistas, progresos y burras cojas

¿Hasta cuando van a seguir vendiéndonos la burra coja y vieja como semental de pura raza? Peor todavía ¿Llegará el día en que dejemos de estar encantados de que nos la cuelen?

Después de leer dos (uno y dos) entradas muy interesantes en dos bitácoras distintas, coincido con ambas, y no puedo estar más de acuerdo con Fray Fanatic cuando apunta que de repente, en algún momento entre los años 1990 y 2000, se hizo «indispensable» que entrara un segundo sueldo en todas las casas. Porque esa es la verdad, que esa necesidad es nueva, y la hemos aceptado como si nada. ¿Que antes se podía y ahora no? Pues no nos preguntamos los porqués, pringamos, pagamos y p’alante, encantados de la vida.

Pero lo que me enferma es cómo hemos sido capaces de aceptar esta situación como «avance y conquistas sociales de la mujer».

Si somos más tontos, nacemos almejas. Eso sí, encantados de conocernos que estamos.

Cómo está el servicio

Antes que nada debo pedir perdón a Fuego Negro por robarle un título. Pero esta entrada no viene por aquella sino por esta otra. A Altea (la autora) le llamaba la atención el concepto de servicio que tiene alguna gente. A mí también. Así que le dejé un comentario que reproduzco aquí:

¿Acaso un abogado no sirve a su cliente cuando le redacta un contrato? ¿Acaso el notario no sirve a las partes que lo firman ante él? ¿Acaso no sirvo yo a quien contrata los servicios de la empresa en que trabajo?

El problema no es servir, sino conceder distintas dignidades a el trabajo según su remuneración.

Para mí, que viniera una mujer a barrer mi casa sería lo mismo que el que venga un arquitecto a elaborar un informe de la estructura, pongo por caso.

Tengo amigos abogados, amigos comerciales, amigos ingenieros, amigos parados y me merecen el mismo respeto profesional que una amiga que trabaja como «servicio doméstico».

El problema es de quien tiene abogados amigos pero en cambio si son criadas dejan de ser amigas para quedarse en conocidas.

Un día escuché una queja de alguien por que la muchacha que le había ido a limpiar a casa le había hecho algo mal. Dijo «Eso no se lo consiento a una muchacha». Yo flipé. ¿Y a un abogado sí se lo permitirías? ¿Y al notario ante el que firmas una escritura tendría menos culpa si hiciera mal su trabajo?

Realmente me espanta el desprecio que algunos muestran por PERSONAS en función de la labor que desempeñan. No. No me espanta. Me asquea.

Un día una de mis hijas me preguntó que si una amiga nuestra «era una criada». Le contestamos explicándole que es una persona exactamente igual que nosotros, a la que además conocemos y queremos, y que desempeña un trabajo como nosotros, exactamente igual de importante, puesto que con ese trabajo se ayuda a los demás.

Analizando mi propia respuesta descubrí, después, que en realidad su trabajo es mucho más digno e importante que el mío, pero eso ya es otro cantar.

Ardores de estómago

El despertador del lunes siempre es duro, pero esta vez se lo pareció más todavía. El fin de semana había estado movidito, con varias comilonas y divertidas reuniones. Se levantó de la cama y se llevó la mano a su abultada panza. «No me puedo meter estos atracones», pensó. Y se levantó. Mientras se duchaba y vestía repasó mentalmente el fin de semana y todo lo comido.

Empezó el viernes, con una barbacoa en casa de su cuñado. Unos filetitos de lomo de cerdo, hechos sobre brasas, y en la parrilla de al lado, unas chuletillas de cordero perfectamente asadas sobre sarmientos humeantes. Todo ello bien acompañado y regado por buenos tintos.

El sábado había quedado con unos amigos a tomar un aperitivo. Uno de ellos recomendó las excelentes coquinas de un bar cercano. Allí dieron cuenta de un par de raciones y la cosa se animó, así que acabaron en el restaurante de al lado. Para contrarrestar el chute de carne del día anterior, decidió regar con un buen blanco unos buenos guisos de pescado. De vuelta a casa y mientras veía una película se calzó dos huevos fritos como cena.

El domingo tocaba llevar a los niños a la hamburguesería, y allí cayeron un par de ellas bien regadas de ketchup y mayonesa. También comió un trozo del pollo empanado que dejó su hija pequeña. A la noche ya estaba lleno y desganado, así que se limitó a tomarse un caldito con unos pocos fideos.

Y así le llegó el lunes y su odiosa puesta en marcha. Pero a base de antiácidos y otros mejunjes tiraría para adelante como otras muchas veces. Se vistió, echó un último vistazo a sus informes antes de cargarlos en su carpeta y salió al ver llegar al coche con chófer de la cadena. En el viaje hasta el estudio echó un ojo sobre el documento presentado por los que serían sus contrincantes en el debate de hoy. «Serán salvajes…» murmuró despectivamente mientras leía:

«El toro bravo disfruta de su vida de 4 a 5 años en semilibertad galopando y pastando por la dehesa que, además, sería difícil mantener sin la existencia de la ganadería brava que conlleva por ello un incalculable valor de conservación natural.» (…) «Durante la lidia en la plaza tendrá la capacidad de responder según su instinto natural de resistencia, acometida y combate contra quien le planta cara, ocasión única entre todas las especies ganaderas de mantenerse fiel a su naturaleza hasta la muerte».

Movió varias veces la cabeza, negando, con cara de desagrado. «Es humillante lo que le hacen a este animal. Esto hay que prohibirlo sin miramientos».

Desde su tribuna catódica, acusó a su oponente con toda clase de comparaciones, llamándole maltratador, asesino, facha y sádico. Desde el público pagado a base de bocadillos le lanzaban aclamaciones y vítores que recibía, orgulloso, mientras se llevaba la mano a su estómago dolorido. «No me mueve a esta posición más que mi amor a la naturaleza y el respeto a la dignidad de los animales».

Notas adicionales: De la alimentación de este defensor de la dignidad animal podemos entender que la vida durante 4 ó 5 años en semilibertad de un animal y su muerte en brava pelea es indigna en comparación con:

– Agarrar entre varias personas a un cerdo para subirlo a una mesa y, sujetándole fuertemente, rebanarle el cuello y esperar a su completo desangre entre sonoros quejidos del animal.

– Después de mantenerle durante unos meses -dos o tres- encajonado y alimentado de pienso, propinar un fuerte golpe en la cabeza a un cordero para que «se atonte» y entonces clavarle un pincho en el cuello que lo desangre.

– Introducir un animal vivo -los moluscos son animales, qué cosa- en una cacerola con aceite, vino y ajos haciendo chup chup dónde morirán después de abrir sus caparazones buscando el agua que les falta.

– Sacar un pez de la pequeña piscina o bañera dónde ha vivido unas semanas sin poder apenas nadar para en unos casos aplicarle una descarga eléctrica que lo mate o dejarle asfixiarse en una bolsa mientras espera ser guisado.

– Mantener durante varias semanas a unas gallinas enganchadas a un ponedero, sin poder moverse, sin tener noche ni día ya que la iluminación artificial hace que siempre estén poniendo y nunca descansando mientras las alimentan con piensos que tienen cualquier cosa menos grano e insectos, que es el alimento natural de la gallina. Así hasta que no ponga suficientes huevos y sea utilizada según veremos más adelante.

– Engordar durante unos meses a vacas y terneros encerrados en pequeños habitáculos, sin poder moverse y comiendo un pienso tan poco natural como el de las gallinas. Luego les pegamos un calambrazo y mientras está atontada por él -también se le puede clavar una aguja en el cerebro, que atonta bastante- los degollamos y desangramos.

– Criar unos pollos en parecidas condiciones a las gallinas ponedoras. Llegado el día, se les pincha el cuello para desangrarlos. Para quitarle las plumas se les escalda -sumerge en agua caliente- sin comprobar previamente si el animal había muerto ya o será ahora cuando muera.

– Cuando las gallinas ponedoras descritas hace unos párrafos ya no son rentables como tales, y como de ellas no se puede sacar carne ni para un pinchito, se les convierte en concentrado de caldo de pollo. Chup chup. Ya tenemos sopa.

Ya saben. Sus molestias estomacales no le impedirán luchar por la dignidad y el trato correcto a los animales. Quieren acabar ya con eso de manadas semisalvajes galopando por las dehesas y peleas defendiendo su vida.

Eso, dicen, es humillante. No me extraña. Dejando aparte el debate sobre cultura y tradición, tomen nota: Libertad, coraje, bravura, defensa a muerte, acometer al rival a riesgo de la comodidad propia, mantener la acometida hasta la muerte… ¿Se les ocurren cosas que puedan inspirar más desagrado a la giliprogrez?